miércoles, 11 de febrero de 2009

SRI LANKA

Sri Lanka
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(Redirigido desde Ceilán)


Sri Lankā Prajathanthrika Samajavadi Janarajayaஇலங்கை சனநாயக சோஷலிசக் குடியரசு
Ilaṅkai caṉanāyaka cōṣalisak Kuṭiyarasu
República Democrática Socialista de Sri Lanka

Bandera Escudo

Lema: No tiene
Himno nacional: Sri Lanka Matha



Capital
• Población
• Coordenadas Sri Jayawardenepura Kotte (gubernamental) y Colombo (económica) 1
115.826 (2001)
6°54′N 79°54′E
Ciudad más poblada Colombo
Idiomas oficiales Cingalés, tamil
Forma de gobierno República socialista democrática
Presidente
Primer Ministro Mahinda Rajapaksa
Ratnasiri Wickremanayake
Independencia
• Fecha Del Reino Unido
4 de febrero de 1948
Superficie
• Total
• % agua
Fronteras Puesto 122º
65.610 km2
4,4%

Población
• Total
• Densidad Puesto 53º
20.743.000
316 hab/km2
PIB (nominal)
• Total
• PIB per cápita
n/d
n/d
PIB (PPA)
• Total (2005)
• PIB per cápita Puesto 62º
86,72 millones US$
4.300 US$
IDH (2007) 0,743 (99º) – medio
Moneda Rupia de Sri Lanka (LKR)
Gentilicio Esrilanqués, Cingalés
Huso horario UTC+6
Dominio Internet .lk
Prefijo telefónico +94
Prefijo radiofónico 4PA-4SZ
Código ISO 144 / LKA / LK
Miembro de: SAARC, MBN, ONU
¹Todavía existen algunas instituciones gubernamentales en Colombo


La República Democrática Socialista de Sri Lanka (Tamil: இலங்கை சனநாயக சோஷலிசக் குடியரசு, Ilaṅkai caṉanāyaka cōṣalisak Kuṭiyarasu, Cingalés:, Sri Lankā Prajathanthrika Samajavadi Janarajaya) es un país insular ubicado al sureste de India en Asia. Hasta 1972 era llamado Ceilán. Originalmente conocido como Heladiva, está habitada por más de veinte millones de personas.


La isla fue conocida en la Antigüedad como Lanka, Lankadweepa, Simoundou, Taprobane, Serendib y Selan, llegando a ser denominada popularmente como la isla de los mil nombres. Durante su colonización, la isla tomó el nombre, en inglés, de Ceylon, nombre que se siguió utilizando posteriormente. Su particular forma y su cercanía a la India hicieron que se la llame la "Lágrima de la India".


(Ver blog: http://losvisitantesdelespacio.blogspot.com )

batalla final de Sri Lanka
El Gobierno cingalés maneja ya un plan de cinco campos de reclusión para los 200.000 desplazados tamiles de una guerra que, tras casi tres décadas, se encuentra ya en su "batalla final"

ÓSCAR GUTIÉRREZ - Madrid - 11/02/2009







"¿El ambiente en Colombo?

Euforia porque después de casi 30 años se ve un final a la guerra". Una guerra que aún obliga a este cooperante extranjero en la capital de Sri Lanka a pedir que se mantenga su anonimato. El Ejército de la antigua Ceilán avanza a pasos agigantados sobre la guerrilla tamil apostada en el noreste del país en una reducida zona selvática de unos 200 km2 en lo que, el presidente, Mahinda Rajapaksa, no se ha cansado en denominar "la batalla final". Y tal es el apoyo de la población cingalesa que en la feria-escaparate montada esta semana en Colombo con algunas de las armas requisadas al enemigo, miles de ciudadanos se agolparon para admirar el poderío del Ejército cingalés y sus éxitos en la contienda.

A unos 350 kilómetros de distancia, sin embargo, los combates mantienen atrapadas a más de 200.000 personas desplazadas de sus hogares (cálculo facilitado por Naciones Unidas y Cruz Roja). Aunque hasta para ellos, el Ejecutivo de Rajapaksa tiene ya planes: el levantamiento de los welfare villages (aldeas de bienestar). Este diario ha tenido acceso al trazado de uno de ellos (fotografía adjunta).


50.000 soldados de Sri Lanka cercan el último refugio tamil
Un tsunami armado devora Sri Lanka

El Ejército cingalés ha hecho gala de su arsenal y armamento capturado en el conflicto con los Tigres Tamiles- AP

Un proyectil de mortero cae mientras habla un médico
AUDIO - El Pais - 11-02-2009
Un médico de Kilinochchi, que ha preferido mantenerse en el anonimato, relata la situación cuando un mortero cae a su espalda -

Un médico en la zona de conflicto
AUDIO - El Pais - 11-02-2009
"Estamos dando primeros auxilios a los heridos. La gente que viene con heridas de mayor consideración, nosotros no podemos ayudarles porque no tenemos medios. Y por eso... están muriendo. Mujeres, niños y gente mayor. Tenemos muchas dificultades para atenderlos". -



Más allá de la cautela ante la cercanía del final de la guerra de analistas o incluso del secretario de Defensa, Gotobaya Rajapaksa (hermano de Mahinda), el mensaje que al menos ha calado en Colombo, prácticamente la única gran urbe del país, coincide con el del presidente. Muestra de ello, según relata a este diario en conversación telefónica el cooperante y periodista extranjero, son las banderas del país (de aplastante mayoría cingalesa: 73% frente al 8% de tamiles) que han disparado sus ventas y empiezan a cubrir de color patrio (verde, rojo y amarillo) la ciudad. Tal es el clima de optimismo ante las conquistas militares en la otrora zona controlada por el LTTE (siglas con las que se conocen a los Tigres Tamiles) que el presidente se ha atrevido incluso a pedir a la diáspora que haga las maletas y regrese. Mientras, la lucha actualiza sus cifras: unos 2.000 efectivos del bando tamil, 50.000 soldados del Ejército cingalés y una zona de seguridad de unos reducidos 30 km2.

Sri Lanka, la lágrima de la India por su forma y localización al sureste del subcontinente (con un tamaño siete veces inferior a España y la mitad de población), ha vivido desde 1983 -año en el que una emboscada tamil acabó con la vida de una docena de militares y el estallido de enfrentamientos interétnicos- partida entre un pedazo del norte controlado por el LTTE y el resto del país en el que cingaleses (budistas), en el poder, y tamiles (hindúes con raíces en la inmigración desde el sur indio) conviven, coexisten, pero no olvidan la división étnica y la batalla planteada por la guerrilla por la independencia de una trozo de la tierra. Una división esta que, sin embargo, no es apreciable para el residente ocasional de la caótica Colombo, si bien la militarización de sus calles y los check points (controles se seguridad) de la capital -anecdóticos para occidentales, pero llamativos por sus patrocinadores- dejan claro que el conflicto está más abierto que nunca un año después de finalizado el alto el fuego que, bajo la mediación noruega (donante junto a EE UU, Japón y la UE), trajo una calma tensa en 2002.

Hoy, ni la delegación noruega, que cejó en su empeño en 2008 tras el fracaso de las conversaciones, ni la prensa ni mucho menos las ONG, invitadas a dejar la zona el pasado mes de septiembre, están presentes en el campo de batalla. Aún así, la comunicación y propaganda siempre encuentra el camino. El corresponsal de la BBC en la zona Chris Morris conversaba recientemente con el portavoz político de la guerrilla, B. Nadesan: "Somos un movimiento de liberación. Y confiamos en reconquistar el territorio. Sólo espera y mira". Unas pocas horas después, el portavoz militar Udaya Nanayakkara respondía a la rebeldía de la guerrilla en declaraciones a la agencia Reuters: "Vamos a hacerlo [acabar la guerra] lo más rápido posible. Dejad a los civiles salir y mostraremos cómo de rápido lo hacemos".

Los 'welfare villages' para los desplazados

Los civiles son precisamente los que han rescatado del rincón del olvido el conflicto. La muerte en un bombardeo de al menos 16 personas ingresadas en un hospital de la provincia de Mullaitivu -último centro evacuado en el bastión tamil derrotado- provocó la denuncia de Cruz Roja Internacional. Horas después era el portavoz de la ONU, Gordon Weiss, el que comunicaba la muerte de 52 civiles en Suranthapuram. El Gobierno ha negado cualquier responsabilidad y se ha limitado a repetir que solo en la última semana 21.000 civiles han cambiado la zona en manos de la guerrilla por la controlada por el Ejército. En uno de esos tránsitos, una suicida tamil hizo estallar el lunes la carga explosiva adherida a su cuerpo causando la muerte a una treintena de personas, 20 militares entre ellos. Sin duda, la propaganda de ambos frentes tiene aquí su campo de batalla. A medida que el flujo de civiles hacia el sur sea mayor, el LTTE verá disminuido el apoyo social que justifica su lucha en el noreste y ofrecerá vía libre al Ejército cingalés en su avance sin testigos. Colombo culpa al LTTE de taponar la salida de no combatientes, mientras la guerrilla, a través de la web afín Tamilnet culpa a la ofensiva militar de la muerte de tamiles hospitalizados. Pero, ¿qué será de estos civiles cuando acabe todo?

El Gobierno de Rajapaksa ya está trabajando en un escenario de posguerra y tiene sobre su mesa, así se lo ha mostrado a las ONG (fotografía adjunta), un plan para mantener durante dos o tres años a los desplazados (100% población tamil) en una suerte de campos de detención, welfare villages, vallados y custodiados a los que, por el momento podrían acceder la agencia para los refugiados de la ONU (ACNUR) y Cruz Roja Internacional. El plan, bajo los auspicios de otro miembro de la saga de los Rajapaksa, Basil, asesor especial del presidente, contaría con cinco campos de unas 39.000 personas cada uno (195.000 desplazados en total).

Un portavoz de Rajapaksa ya mostró hace unos días que las ONG, que tendrán limitado su acceso a los desplazados, no acaban de ser testigos cómodos para el Gobierno al criticar el favoritismo hacia los tamiles de Cruz Roja por el supuesto envío de 35.000 bolsas para transportar cadáveres, algo que podía provocar el pánico de la comunidad internacional. El organismo negó que fuera ese el número de bolsas, aunque su uso sea algo normal en este tipo de escenarios. Por si acaso, las oficinas de Cruz Roja en la capital fueron atacadas como represalia por un centenar de personas. Críticas similares han recibido desde el Ministerio de Defensa las coberturas de CNN, Al Yazira y BBC, que incluso ha decidido cortar sus emisiones en el país por el bloqueo gubernamental de algunas de sus informaciones.

Hoy, Sri Lanka, estará sin embargo, al menos durante unas horas, muy pendiente de otro nombre: Mahela Jayawardene. El capitán de la selección de cricket, deporte rey, auténtica obsesión y pasatiempo para el olvido dejará su puesto tras una gira por Pakistán. La antigua colonia británica es guerra, pero también cricket, santuario de budistas, manto de cultivo para el té (uno de los tres mayores productores del mundo) y turismo todavía hoy -aunque marginal- a lo largo de los kilómetros de playas tropicales de la costa oeste del país. ¿El futuro? Quizá sea el fin del conflicto, aunque las dos grandes guerras de los noventa también dieron al bando cingalés victorias cargadas de simbolismo en bastiones del noreste (la ciudad de Kilinochchi, como ahora, también fue vencida). El LTTE logró entonces replegarse y volver a empezar.










tsunami armado devora Sri Lanka
La violencia se ceba con esta isla asiática tras 25 años de guerra abierta entre cingaleses y tamiles.- El Gobierno lanzó ayer la mayor ofensiva de los últimos años donde murieron más de 100 personas
FERNANDO NAVARRO - Madrid - 24/04/2008


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A finales de 2004, un tsunami arrasó el sudeste de Sri Lanka, causando la muerte de unas 35.000 personas. La catástrofe despertó la solidaridad de la comunidad internacional. Podía ser el peor desastre humano en la historia de esta pequeña isla del Océano Índico, si no fuera por el maremoto étnico y político que hunde a Sri Lanka en una guerra abierta y sangrienta, que ha dejado el doble de muertos en 25 años de combates entre el Gobierno y la minoría étnica más numerosa, los tamiles. Dentro de esta ola de violencia, ayer el Ejército llevó a cabo su mayor ofensiva de los últimos años. Más de 100 personas murieron tras una batalla al norte del país.


Al menos 21 muertos y 40 heridos al estallar una mina en la capital de Sri Lanka



La batalla final de Sri Lanka
El Ejército de Sri Lanka lanza la mayor ofensiva en años contra los rebeldes tamiles
Sri Lanka
A FONDO
Capital: Colombo. Gobierno: República. Población: 21,128,772 (est. 2008)
Un soldado del Ejército de Sri Lanka.- AFP


Tres años después del terremoto marino, en otro mes de diciembre, el comandante general de las Fuerzas Armadas de Sri Lanka, Sarta Fonseka, expuso a los tamiles a otro tsunami: prometió que en agosto de 2008 sus tropas acabarían con los 3.000 rebeldes que formaban la guerrilla de los Tigres de Liberación de la Tierra Tamil (LTTE), enfrentada al Gobierno por sus reivindicaciones independentistas y diferencias religiosas.

Según cifras oficiales del Ministerio de Defensa, esa promesa se cumplió el pasado 18de abril cuando las operaciones del Ejército alcanzaron la cifra de 3.000 guerrilleros muertos. Pero el Gobierno del combativo Mahinda Rajapakse ha tenido que echar de nuevo las cuentas y cifrar el LTTE en 5.000 tigres tamiles. Con todo, la promesa sigue en pie. El último combate entre las tropas y los guerrilleros tamiles se dio ayer y causó la muerte de más de 100 personas, entre rebeldes y soldados, aunque las cifras varían siempre según el bando que informe. La única certeza es la creciente brutalidad de los ataques.

“Un país dentro de otro país”

La ofensiva tuvo lugar en la península de Jaffna, bastión tamil al norte de Sri Lanka, donde los tigres y el Ejército combaten a diario por controlar cada metro de tierra. “Jaffna es un país dentro de otro país. El Gobierno tiene sus pasos fronterizos pero el control corresponde a los tamiles”, asegura un trabajador humanitario español que opera en la isla y prefiere permanecer en anonimato por motivos de seguridad. El pueblo de Sri Lanka, dividido por el lenguaje y la religión, es mayoritariamente cingalés (74%), aunque la minoría más importante es la tamil (18%), y luego la de origen árabe (7%) y Vedda (1%). El detonante del actual conflicto está en las diferencias religiosas; los cingaleses son budistas y los tamiles son hindúes. Las contradicciones entre unos y otros son recurso para la violencia.

Los rebeldes reivindican al Gobierno la independencia de las regiones del norte y del este, donde la etnia tamil es la más numerosa. Y toman el camino de la lucha armada ante la nula respuesta a sus demandas y la situación de discriminación que sienten por la etnia cingalesa desde hace años, sufriendo expulsiones masivas en la capital, Colombo. En los últimos meses, el conflicto se ha enquistado y las zonas que son liberadas por el LTTE son sometidas a bombardeos y bloqueos por parte del Ejecutivo.

“La carencia de medicinas y alimentos es general en toda la isla, pero especialmente en territorio tamil donde se producen los cortes del Gobierno. El acceso por carretera está cortado y hay que llegar a Jaffna por mar o aire. Un viaje de unos 200 kilómetros por carretera puede durar 10 horas”, explica el trabajador español. Mientras tanto, se suceden los combates entre los guerrilleros y las fuerzas gubernamentales, apoyadas por aliados paramilitares. También los atentados terroristas protagonizados por tamiles, como el que acabó con la vida del ministro cingalés de Transportes, Jeyaraj Fernandopulle, a causa de la explosión de una bomba el pasado 6 de abril.

“Cheque en blanco”

Como en otras ocasiones a lo largo de décadas de lucha armada, es un momento trágico para el país.
Sin embargo, la paz hoy es sólo un sueño y no existe en la agenda política. El presidente Rajapakse se ha marcado el objetivo de ir a la batalla. Desde el pasado 16 de enero el país ha vuelto al estado de guerra después de que el Gobierno derogó los acuerdos de alto el fuego del año 2002.

“El Gobierno está en una escalada de violencia y quiere exterminar a los guerrilleros tamiles como sea. Ha decidido ser más beligerante para combatir a los tigres y ahora tiene cheque en blanco”, afirma el trabajador humanitario español. Los enfrentamientos nunca cesaron entre el Ejército y la guerrilla tamil, pero ahora la premisa en ambos bandos es golpear más fuerte que el otro, aunque por el camino se dejen centenares de muertos civiles.

Como en tantas otras partes del mundo, la muerte en esta isla del Índico es un goteo casi diario que apiña los cadáveres en el absoluto olvido de la atención internacional. El pasado año murieron más de 4.000 personas, según diversas organizaciones humanitarias. Y este año las previsiones son peores. Es una realidad incrustada a la piel de Sri Lanka, cuyos habitantes no recuerdan un solo año de paz. Después de más dos décadas de lucha, son más de 70.000 muertos, 600.000 desplazados, 200.000 refugiados en la India y otros tantos por el mundo. Cifras propias de un tsunami devastador.