jueves, 5 de marzo de 2009

El largo viaje de las manos de Perón hacia la nada


Un documental de Infinito reconstruyó, a partir de numerosos testimonios, la historia de una de las profanaciones más misteriosas ocurridas en nuestro país. Un enigma policial "a la Argentina": lleno de pistas falsas, amenazas, involucrados sospechosamente muertos y culpables que no se encuentran nunca.


Por Cristian Vazquez. De la Redacción de Clarín.com
crvazquez@claringlobal.com.ar




Hoy Juan Domingo Perón es protagonista de las noticias: en los diarios, la radio, la televisión y los sitios web, todos hablan del tema, desde el aniversario de la jornada en que los trabajadores llenaron la plaza hasta el traslado de los restos al mausoleo de San Vicente. Todo, con el marco de un día que –salvo una sorpresiva irrupción de nubes– tendrá "clima peronista".

En relación con el tema, Infinito presentó anoche el documental "Democracia mutilada", un informe sobre la profanación del cadáver del líder justicialista en 1987. Incluyó muchas voces (ex funcionarios del gobierno de Alfonsín en ese momento, el abogado de Isabel Perón, un sobrino nieto del general, etc.) que tratan de reconstruir el espejo roto de aquella historia. Una historia con forma de enigma de novela policial, pero policial bien a la argentina: donde los que aparecen como sospechosos no suelen ser los culpables, y los culpables no aparecen nunca.

Para alguien que no supiera nada del tema, se lo podría resumir en un párrafo: el cadáver de un ex presidente se conserva –luego de un trabajo parecido al embalsamamiento– en una caja de cristal, dentro de una bóveda en el cementerio de la Chacarita. Un grupo de expertos que trabajan "como profesionales" ingresa, accede al cuerpo, le corta las manos y se las lleva. La investigación después se puebla de pistas falsas, de amenazas, de un juez que recibe presiones de todas partes y que decide tomarse unos días de vacaciones en Bariloche. Volvía de allí cuando murió en un sospechoso accidente en la ruta.

¿Después? La causa pasando de juez en juez hasta difuminarse, perderse. Fue cerrada y abierta más tarde, pero los culpables no aparecieron ni tampoco se supo nunca cuál fue el móvil de aquel ataque. Hay varias hipótesis, que el documental enumera:

1) La venganza: la profanación habría sido un acto de la célebre logia P2, como respuesta a un incumplimiento de Perón, quien le solicitó su "ayuda" –según el documental– antes de asumir su tercer mandato.

2) La cuenta suiza: las huellas digitales del general servirían para abrir una cajas de seguridad en bancos suizos, donde habría guardados varios millones de dólares. Esta versión fue descartada porque en aquel momento en Suiza no existían cuentas con ese sistema.

3) Las Fuerzas Armadas: hubo falsos informantes relacionados con esa institución, muchos testigos o informantes muertos sospechosamente, amenazas con indicios de provenir de fueros militares...

Pero claro, nada se sabe. Nada es seguro: son sólo versiones, que tal vez algún día se confirmen o se descarten definitivamente. Por ahora, queda la duda. Queda, también, el ajetreo que han sufrido los cadáveres de Perón y Evita, como si los restos de personajes que –para bien o para mal, se esté de acuerdo con ellos o no– son parte de la historia del país, estuvieran condenados a no quedarse quietos.
Quizá sea que, como dice la frase popular, se revuelven en sus tumbas por lo que ven que ocurre acá sobre la tierra. Tal vez se quedarán quietos cuando los policiales argentinos se parezcan un poco más a los clásicos, donde –al menos a veces– los culpables pagan y los inocentes sienten que la Justicia existe

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