martes, 31 de marzo de 2009

GOETHE, MASÓN ALEMÁN
Wenceslao Vargas Márquez
Enero de 2001

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La lectura de el Fausto de Goethe (y los abundantes pies de página de la versión de Porrúa, ‘Sepan Cuantos...’) indica que este escritor alemán tuvo una gran afición por la alquimia, la cábala, las obras de Paracelso, Hermes, Nostradamus, la astrología, cuando el estudio de estas seudociencias era el equivalente de tener un moderno posgrado en Harvard.

Por ejemplo, en el acto segundo de la segunda parte, el ayudante del Doctor Fausto, Wagner, trabaja en una receta misteriosa de Paracelso para crear un homúnculo lo que finalmente logra. Un homúnculo era un hombrecillo artificial que se suponía se podía fabricar para uso personal, asesor o secretario particular, factótum decían los clásicos. El Golem, otro hombre artificial, lo fabricó un judío para que le ayudara en el trabajo de la sinagoga. El fin es utilitario en ambos casos.

Pero demos mejor un vistazo a la biografía masónica de Goethe y regresemos después con el homúnculo y Fausto, que debería ser el primer libro de texto de los estudiantes de posgrado en inteligencia artificial, robótica y cibernética. [Un error de los estudiosos de las ciencias exactas es el absoluto desprecio por la historia de las ciencias exactas. Muchos creen que la robótica la comenzaron los japoneses en los ochentas o que el código binario (ceros-unos, encendido-apagado, abierto-cerrado) empezó cuando más en 1900, con Hollerith].

Johan Wolfang Goethe, nació el 28 de agosto de 1749 en Frankfurt del Mein y su presunta filiación masónica había permanecido en duda durante muchos años. Falleció el 22 de marzo de 1832 en la ciudad de Weimar y se sabe ahora que ingresó a la masonería el 11 de febrero de 1783. Una nota de la agencia noticiosa ANSA fechado en Berlín y publicado por el diario capitalino La Jornada el 10 de agosto de 1993 dice lo siguiente:

"Un documento recientemente publicado en la revista rusa Soverscenno Scretno permite conocer la fecha exacta, 11 de febrero de 1783, en que Goethe se afilió a la Orden de los Iluminados, sociedad masónica fundada en Alemania en 1776. El documento apareció ahora en Rusia y fue encontrado en los archivos de la ex-URSS; todo hace suponer que formaba parte de aquellos materiales (cartas, obras de arte y otros recuerdos) que el ejército vencedor obtuvo de la Alemania derrotada y llevó consigo a su patria. En la actualidad, la carta de Goethe es ofrecida como prueba definitiva de un tema que siempre fue motivo de discusión y polémica".

En cambio, para el escritor masónico Lorenzo Frau Abrines (en el Diccionario Enciclopédico de la Masonería, I, p.508), Goethe ingresó a la masonería el 23 de junio de 1780, a los 31 años de edad en la logia "Amalia" que abatió columnas dos años después. El 2 de marzo de 1782 Goethe fue elegido maestro al mismo tiempo que el duque Carlos Augusto y un tal Loder. Siguiendo a Frau, se sabe que el 23 de marzo de 1830 la logia "Amalia" celebró el aniversario masónico número 50 de Goethe con cuyo motivo este compuso los versos titulados Para la Fiesta de San Juan de 1830. Fallecido Goethe en marzo de 1832, la logia ofició la ceremonia de duelo el 9 de noviembre del mismo año. Y volvamos com Mefistófeles:

Mefistófeles, que debería saber todo por viejo y por sabio y por diablo se muestra socarrón al preguntarle a Wagner acerca de cómo se está creando el homúnculo: ‘¿Y qué amorosa pareja habéis encerrado en el cañón de la chimenea?’.

Wagner se indigna: ‘¡Dios me libre!. La manera de procrear al estilo de antes, la declaramos vana simpleza ... Si el bruto sigue hallando placer en ello, el hombre, con sus nobles facultades, ha de tener en lo sucesivo un origen más puro, más elevado’.

Cuando el homúnculo se asoma por el borde de la redoma decide irse con Mefistófeles a participar en la Noche de Walpurgis dejando a Wagner en casa: ‘Tú te quedas en casa para hacer alguna cosa de mayor importancia’. Es decir, Wagner tiene ahora un homúnculo rejego y respondón porque ni al doctor Fausto desea llevar a su parranda. Le pasa como cuando lo hijos quinceañeros se van de parranda, la pasan muy bien y los padres deseamos ardientemente que para la próxima no sean malosos y nos inviten.

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