lunes, 18 de mayo de 2009

Gustavo Caraballo

08 sep 07

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El gobierno de Isabel Perón y otra polémica por el poder de López Rega.

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Las tempestades políticas desatadas en los turbulentos años 70 parecen estar lejos de haberse aplacado.

Gustavo Caraballo, ex secretario técnico del gobierno peronista (1973-1976) envió a este diario una serie de comentarios que cruzan un libro de reciente aparición, cuyo autor, Julio González, sucedió a Caraballo en sus funciones en la presidencia de la Nación.

El pasado 26 de agosto,Clarín anticipó un fragmento del libro de González, sobre las horas finales de Isabel Perón en el poder.
Caraballo es autor también de un libro "Entre las bambalinas del poder", editado por Corregidor: "Hace un mes, con el prólogo de María Seoane, yo escribí unas memorias que no quise promocionar pues eran básicamente escritas para mis hijos. No procuré publicidad alguna ni lo envié a los diarios pues no era ese mi propósito" revela en una carta a Clarín. Pero la publicación de un fragmento de las memorias de González hizo que Caraballo respondiera a su libro, aunque no haya hecho referencia al fragmento publicado en estas páginas.

"González, que me sucedió como Secretario Técnico de la presidencia, comenta en su reciente libro de memorias, que a poco de muerto Perón comenzó un proceso, apañado por López Rega, donde Damasco (el coronel Vicente Damasco fue secretario general de la presidencia y ministro del Interior N. de la R.) y él procedieron a intervenir en mi gestión. Finalmente, recomendaron a Isabel mi desplazamiento pues desconfiaban de mí, especialmente por mi amistad con José Ber Gelbard y mi cuestionamiento a López Rega" afirma Caraballo. José Ber Gelbard, fundador de la Confederación General Económica, fue ministro de Economía de ese gobierno.

"Julio González -sigue Caraballo- fue propuesto por Emilio Abras como Director General de su área. Abras venía de una larga residencia en Madrid durante el franquismo y había asimilado la cultura y el pensamiento fascista. Siendo González un nacionalista de derecha, no estaba lejos de su línea de pensamiento, por eso lo acogió en su área. González intentó enseguida otro modo de acercamiento a López Rega. Abrió un flanco de simpatía con 'El Brujo' cuando le contó su creencia en las ciencias esotéricas revelándole que en el Tibet había un manuscrito perdido de los lamas que la humanidad debería procurar encontrar para conocer su destino. (...) No sé si González cree en serio en esa 'ciencia esotérica', pués parecería poco compatible con su nacionalismo de derecha (alentaron desde la Secretaría de Abras el pasquín 'El Caudillo' que proclamaba la necesidad de verter sangre marxista)"

Más adelante Caraballo refiere el plan de aquel gobierno para controlar los canales de televisión. (...) Yo lo conocí a González cuando trajo, con el apoyo de López Rega, un proyecto para terminar con las licencias de televisión privada y poner la televisión en manos del Estado. Se pregunta González en su libro que no comprende 'el silencio absoluto de todos los sectores izquierdistas y marxistas sobre la cuestión de estatizar todos los medios televisivos'. He comentado en mi libro 'Tras las bambalinas del poder' cómo López Rega describió a Gelbard cuáles eran los instrumentos que él requería para adueñarse del poder: controlar la policía y la televisión, que José (Gelbard) comparaba con los métodos de Goebbels. En coincidencia con ese tenebroso pensamiento no se quería una televisión estatal para ponerla al servicio de la cultura nacional sino al servicio de López Rega. Ya he mencionado en mi libro cómo, contra los deseos de López Rega, Abras y González, Perón desechó esa iniciativa y Gelbard buscó un camino alternativo (...) mantener la televisión en manos privadas pero buscando la mejor calidad de las emisiones descartando lo vulgar y escandaloso y desde luego su puesta al servicio de un proyecto fascista"

Caraballo recuerda que, una vez muerto Perón el 1 de julio de 1974, los canales se estatizaron casi de inmediato. "La intervención de López Rega en televisión tuvo de inmediato una consecuencia funesta. En nombre de la Triple A empezaron a llegar notas de amenazas a diversas personalidades del mundo artístico para que abandonaran de inmediato el país. Se decía que en la elaboración de esa lista participó Conti (se refiere al entonces periodista Jorge Conti, que fue interventor en uno de los canales de televisión. N. de la R.) quien luego sería segundo esposo de la viuda de lastiri,la hija de López Rega."

Con ironía, Caraballo recuerda que "A poco de asumir, González estableció una fórmula especial de juramento que debían recitar todos los asesores de la Secretaría técnica, donde debían señalar su compromiso solemne de servir a la Patria, a la Presidente, al propio Secretario Técnico y a la memoria del general Perón 'que está en el cielo sentado junto a Dios', (probablemente a la izquierda pues a la derecha está Jesús...)"

Para el ex funcionario, sus oponentes en el gobierno de entonces "fueron López Rega, Damasco y el propio González, pues la pobre Isabel era tan incompetente y desconfiada que no podía abrigar un pensamiento con cierta lógica contra mí." Y afirma que "González tenía una repulsa a los judíos. Por eso, y por sus simpatías comunistas, odiaba a Gelbard y me hizo partícipe de sus odios. (...) La conexión López Rega-González siguió hasta la destitución de Isabel y él era el medio por el cual López Rega se comunicaba con la presidente, como lo revela en su libro. También reconoce González que quien lo encumbró, «él todopoderoso y hoy olvidado Ministro, me hizo partícipe de un tramo de escalones en mi vida por el cual ascendí'. Quizás por ello lo llamaba 'Excelencia'. Por eso no dice una palabra en su libro González sobre las actividades de la Triple A, ni menciona a los temibles secuaces de López Rega (...)"

[Fuente: Clarin, Bs As, Arg, 08sep07]

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