miércoles, 13 de mayo de 2009

La sangre derramada



El viernes 1º de mayo se presentó en la Feria del Libro Timote: secuestro y muerte de Aramburu, la última novela de José Pablo Feinmann, que no sólo se cuenta entre los libros más vendidos del país, sino que viene acompañada de una polémica político-ideológica alrededor del acto fundacional de Montoneros. Con Guillermo Saccomanno y Horacio González acompañando a Feinmann, el acto a sala llena fue un lúcido y apasionado debate alrededor de los puntos más álgidos que hacen del libro la novela de esta época. A continuación, Radar reproduce fragmentos del texto leído por Saccomanno, de la carta enviada por Eduardo Grüner y de las palabras de González y el mismo Feinmann.







Por Angel Berlanga

“¿Asesinato o ejecución?”, se preguntó Guillermo Saccomanno. “No me hubiera atrevido a venir acá si la novela hubiera tomado partido”, dijo Horacio González un rato después. “No sé si el narrador del libro soy yo”, apuntó algo más tarde José Pablo Feinmann.

Tres gotas, tres frases en el caudal de un río que corrió durante una hora en una sala Julio Cortázar, en una Feria del Libro, en un Día del Trabajador, en un predio que pertenece a la Sociedad Rural Argentina. Esa pregunta inicial y esas indefiniciones invitan a pensar sobre los modos de interpretación de un hito en la historia argentina, la muerte del general Pedro Eugenio Aramburu, pero también proponen una reflexión sobre las formas y los sentidos que se ponen en juego al hablar de lo ocurrido en Timote el 1º de junio de 1970, cuando el joven y montonero Fernando Abal Medina disparó contra el ideólogo de la Revolución Libertadora tras un corto cautiverio.

Las gotas, el río, son ubicables en la presentación de Timote, la novela con la que José Pablo Feinmann narra, ficción mediante, lo ocurrido allí en esos días. “Es un honor que Guillermo y Horacio estén conmigo en esta mesa, porque los quiero mucho”, dijo Feinmann. Indicios de cierta devoción por su figura: larga cola del público para asegurarse un lugar, sala de trescientas personas colmada con unas decenas que se quedaron afuera, aplausos entusiastas apenas lo vieron entrar, cámaras y grabadores que lo requirieron y, más tarde, firmas y firmas de ejemplares. Notable, notable, el grado de compenetración del trío expositor con respecto al tema que los reunió. Enganchadísimos, los tipos. Y todo el auditorio.

Y es que el tema, las gotas, el río son apenas partes de unos universos a los que se quiere abarcar, entender: se sabe de antemano que será imposible hacerlo del todo y, también, que se hace camino al andar. Así que en esa hora, en la sala Cortázar, los tres hombres que hablaron de Timote también convocaron a Walsh y a Perón, a la tragedia griega, la oligarquía y “la negrada”, a la historia política argentina y al filósofo Oscar Del Barco, su “No matarás”. El verbo, el gatillo, la sangre, allá y acá, ahora y entonces. Y las preguntas que surgen atadas al verbo, sus desencadenantes, sus percepciones a lo largo del tiempo.

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