martes, 21 de julio de 2009

Dardo Vega

Historia de la Anestesia en Uruguay
Fundación de la Sociedad

HISTORIA DE URUGUAY COMISION DE HISTORIA APENDICE

En 1948 ocurre la fundación de la Sociedad de Anestesiología cuyos objetivos fundamentales eran el desarrollo y perfeccionamiento de la Anestesiología, el reconocimiento de la especialidad y la defensa de los intereses gremiales de sus asociados. El acto de la fundación se llevó a cabo en la casa de la calle Colonial No. 1171.

El primer presidente fue el doctor Alfredo Pernin y como secretario actuó el doctor Dardo Vega. Las primeras reuniones científicas se hicieron en el anfiteatro de la clínica quirúrgica del profesor Domingo Prat en el Hospital Maciel, después en los consultorios de la antigua calle Médanos y luego fue admitida como integrante del Club Médico y de la agrupación Universitaria. En 1951 se logró la publicación del primer número de su Boletín con un trabajo de Pernin y Vega (66) sobre Arritmias Respiratorias durante la anestesia general. En el mismo año por intermedio del Consejo Británico se consiguió contratar al profesor Randolf Woolmes quien dictó un curso sobre anestesia en la Facultad de Medicina y actuó en diversos centros asistenciales impartiendo enseñanza.

1954 es un año muy importante en cuanto al desarrollo histórico de la anestesia uruguaya. Ese año ocurrió un brote de poliomielitis en la ciudad de San José que se extendió rápidamente a Montevideo. Se trataba de una epidemia con parálisis respiratoria grave que produjo una gran mortalidad infantil. Para hacer frente a tal terrible emergencia el cuerpo médico nacional carecía de experiencia en el tratamiento y los niños morían con cuadros de asfixia desesperante. Existían en el país antiguos "pulmones de acero" que por su complejidad e inoperancia resultaron completamente inútiles. Con motivo de esa catástrofe se importaron una serie de aparatos de respiración mecánica marca Engstróm de procedencia sueca. Años antes había ocurrido en los países escandinavos una epidemia de parálisis infantil y allí se había utilizado la experiencia de los anestesiólogos para tratar los pacientes en insuficiencia respiratoria. Aunque desde 1952 se conocía y utilizaba el Spiro-pulsator de AGA, correspondió a otros aparatos la etapa de la respiración automática en anestesia mediante aparatos mecánicos. Por ser aparatos grandes y estables no se generalizó su uso. Este mérito le correspondió al aparato de Takaoka, pequeño y portátil que permitió la realización de la ventilación controlada en cualquier lugar donde hubiera un cilindro de oxígeno y un manómetro reductor. De este modo se completó una modificación substancial en la ventilación durante la anestesia. Desde la respiración espontánea frecuentemente obstruida los hechos fueron evolucionando hasta la respiración apoyada o asistida respetando la iniciativa del paciente. Pero llegó el momento en que la utilización intensiva de los relajantes musculares y la aplicación también intensiva de la intubación laringo traqueal, abrieron el camino a la eliminación completa del ritmo respiratorio y la aplicación de valores de ventilación que el propio anestesista selecciona y ajusta gracias al empleo de los ventiladores automáticos.

1954 marca un hito en el proceso de reconocimiento de la especialidad. Durante ese año se dictó el primer curso para anestesistas de postgrado. Junto a la Gastroenterología (Profesor Varela Fuentes), la otorrinolaringología (Profesor Regules), la Tisiología (Profesor Fernando Gómez), la Anestesiología con el doctor Pernin fueron las cuatro primeras disciplinas que iniciaron la actividad de la reciente creada Escuela de Postgrado de la Facultad de Medicina. Los primeros egresados fueron los doctores Luis Bengochea y Luis Recine.

También en 1954 se produjo un acontecimiento importante en el aspecto científico de la anestesia uruguaya, el profesor Henri Laborit visitó Montevideo y pronunció una conferencia en la Sociedad de Anestesiología sobre el tema de la "Hibernación artificial". Los conceptos de Laborit vinieron a dar un impulso nuevo a la anestesia endovenosa que estaba relegada a la realización de lo que dio en llamarse "Penthothal-curare" siendo la galamina el agente de mayor utilización; ya en 1961 Dardo Vega había presentado su experiencia con "Toxiferina I" de Roche, Galamina

El mismo Laborit había difundido sus conceptos sobre anestesia potencializada o sinergia medicamentosa, Isidro Porta (67) publicó un trabajo sobre el tema donde reprodujo las ideas de Seyle sobre el "stress" y preconizó la técnica anestésica con Diparcol como gangliopléjico, Fenergán como anti-histamínico, la atropina como vagolítico, la Petidina como analgésico y el Penthotal como "starter". Completaba con "agentes inhalantes en concentraciones muy por debajo de las requeridas en condiciones no potencializadas". Tal fue el entusiasmo por las técnicas preconocidas por Laborit que parecía que en adelante la anestesia se iba a reducir a administrar drogas que disminuyeran el metabolismo y la temperatura corporal. Poco tiempo duró el entusiasmo; rápidamente se abandonaron las "mezclas líticas" y los conceptos de reposo del sistema neurovegetativo y de lobotomías farmacológicas. Existía mucha imaginación y mucha concepción literaria en las ideas de Laborit. Sin embargo la "invernación artificial" dejó una importante consecuencia. Dio una gran impulso a la realización de anestesias por vía endovenosa y le abrió el camino a las modernas técnicas de Neuroleptoanalgesia. Los circuitos rigurosamente cerrados fueron perdiendo la universalidad de su aplicación y se inició la etapa de la apertura de los mismos. Al incorporarse las válvulas unidireccionales empezó a eliminarse la cal sodada para la absorción del anhídrido carbónico. La fuente de provisión de oxígeno pasó a ser el cilindro grande que se encontraba en todos lados y los aparatos de anestesia más livianos y más portátiles se adaptaron a ellos. Se abandonaron así los pequeños cilindros de oxígeno que se rellenaban mediante transvasadores. La posibilidad de crear una presión positiva intratraqueal se facilitó gracias al manguito insuflable de la sonda traqueal que en cierto modo vino a sustituir la máscara facial cuya adaptabilidad a la cara creaba tantos problemas.

El primer evento de carácter internacional que realizó la Sociedad de Anestesiología fueron las Jornadas Rioplatenses de 1956. Una numerosa delegación integrada por anestesistas de Buenos Aires, Córdoba y Rosario concurrió a Montevideo presidida por el Presidente de la Asociación Argentina, José Catterberg. La comisión organizadora estuvo presidida por Antonio Cañellas actuando en la secretaría Dardo Vega. Tanto en el aspecto científico como el social la reunión tuvo un éxito completo marcando un verdadero jalón para la época en que se realizó. En una de las sesiones se presentó un trabajo que lleva el titulo de "Anestesia General por procaína y Succinilcolina Endovenosas" (68) que constituye la primera publicación sobre el tema. La exposición desencadenó una ardorosa polémica científica. A partir de ese momento "la técnica del PS" como dio en llamársele tuvo defensores entusiastas y enconados detractores. De todos modos la experiencia se mantuvo y con el correr del tiempo ha constituído uno de los rasgos más típicos y originales de la práctica anestésica uruguaya (69) . En 1964 correspondió al Uruguay la organización del VII Congreso Latinoamericano de Anestesia y con tal motivo el I Congreso Uruguayo. La presidencia fue ejercida por Alfredo Pernin y la Secretaría por la doctora Julia Salsamendi y por Homero Peri.

Hay que anotar que Kempis Vidal Baretervide en los primeros años de la década de los 50s obtuvo la síntesis de la succinilcolina en el laboratorio de investigación que Galien tenía montado en la calle Arroyo Grande de Montevideo y que salió al comercio con el nombre de "Taquiflaxin". Publicó en 1955 en el British Journal of Pharmacology el trabajo "Actions of Succinylcholine on Circulation". tres años antes con José Villar y Atilio García Güelfi habían publicado en la revista uruguaya "Anestesia" un trabajo intitulado "Estudio Farmacológico y Clínico de un nuevo curarizante: Succinilcolina" (1)

Paralelamente a la actividad científica la Sociedad de Anestesiología desarrolló una intensa actividad gremial. Defendió los intereses profesionales de sus asociados en los diversos Consejos de Salarios de la época y propició ante las autoridades nacionales el reconocimiento y la reglamentación del ejercicio de la especialidad. Habiendo partido de una situación de hecho en que la mayoría de los anestesistas eran estudiantes de medicina, la Sociedad de Anestesiología se preocupó por cambiar esa situación propiciando la enseñanza a médicos graduados y prohibiéndola a no graduados. En nota dirigida al Decano de la Facultad de Medicina Julio C. García Otero y con la firma del Presidente de la Sociedad, Antonio Cañellas y de su secretario, Julio Castiglioni, se registró una documentada solicitud de "obligación, para toda persona que ejerza la anestesiología, de inscribirse en las Oficinas del Ministerio de Salud Pública". Según dicha nota se autorizaría a inscribirse en el Registro solo a médicos con actuación reconocida o con cursos realizados. Simultáneamente se reconocería el derecho a inscribirse a los estudiantes de medicina que hasta el momento venían ejerciendo la especialidad. Ante las autoridades de la Sociedad estos estudiantes adquirieron el compromiso de rendir exámenes y obtener el título de médico. En 1963 el Poder Ejecutivo aprobó un decreto de Reglamento de ejercicio de la Anestesiología en que se creó un Registro de Anestesistas. En 1965 el doctor Washington Beltrán presentó al entonces Consejo de Gobierno un proyecto destinado a reglamentar el ejercicio de la Anestesiología derogando el decreto de 1963. En los considerandos de dicho proyecto se establecía que la Anestesiología es una especialidad médica y que el decreto de febrero de 1963 es gravemente riesgoso porque permitía la actividad de un grupo que el mismo decreto calificaba como "idóneos" y a los cuales no se controló nunca debidamente. Reconocía, sin embargo, que ese decreto inició el camino hacia la reglamentación que ahora continúa con el proyecto presentado por el Consejero Beltrán. El proyecto creaba un nuevo registro que comprendía a los médicos con cursos o capacitación reconocida, a los estudiantes de medicina que presentaran un certificado de un Tribunal de Admisión integrado por un miembro de la Facultad de Medicina, otro de Ministerio y otro de la Sociedad de Anestesiología. Este certificado debería ser renovado anualmente por ese mismo tribunal. Se prohibía la realización de todo acto anestesiológico a toda persona que no figurara en el Registro salvo el caso de aquellos sitios en que en un radio de 10 kilómetros no hubiere tal persona.

Por otra parte, dado el problema de la escasez de médicos anestesistas que afectaba no solo al Uruguay sino al mundo entero, se propiciaba la solución de capacitar técnicos anestesistas no médicos (nurses) a fin de que los anestesiólogos pudieran dirigir y supervisar la administración de anestesias que no pudieran hacer personalmente. Se obtuvo en un momento dado donaciones para establecer una Escuela de Anestesia por parte de un profesor de cirugía de la Facultad. La Sociedad siempre se opuso a esa política insistiendo en el desarrollo de la especialidad y en la justa remuneración de sus tareas.

Probablemente no se cumpliera en todos sus términos las directivas y las inquietudes de la Sociedad pero el hecho es que tras una evolución constante siguiendo los requerimientos quirúrgicos y el perfeccionamiento que exige esfuerzos y sacrificios, llega finalmente el momento de la consagración definitiva de la especialidad primero con la incorporación de Profesores Agregados y luego la creación de la Cátedra de Anestesiología de la Facultad de Medicina. El primer catedrático fue el doctor Antonio Cañellas en 1984.

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