sábado, 4 de julio de 2009

Javier SOLANA ( al fin se entera)


Alerta en Bruselas al detectarse la infiltración de espías
El espionaje a Solana impulsa a la UEa reforzar las redes de seguridad

RICARDO MARTÍNEZ DE RITUERTO - Bruselas - 05/07/2009



Bruselas, capital de Europa y sede de la OTAN, anfitriona de 285 embajadas y de 5.000 diplomáticos, auscultada diariamente por más de mil periodistas, hogar de exiliados y de emigrantes, conjuga todos los tiempos del verbo espiar. Javier Solana, coordinador de la política exterior de la Unión Europea, un día en contacto con Barack Obama y al siguiente con Dmitri Medvédev, el hombre que coordina la negociación con Irán y dirige los esfuerzos diplomáticos europeos en Oriente Próximo, ha sido la última gran víctima del fenómeno.

"Yo he sido sometido a espionaje durante varios meses, sin saberlo, por una potencia no europea", confiesa.



El incidente ha llevado a estrechar las medidas de seguridad en el Consejo de la UE, alarmado tras detectar potenciales fugas de información al poco de que la Comisión Europea alertara a sus funcionarios sobre los espías que asedian al Ejecutivo comunitario, entre los que no debe descartarse a la "atractiva becaria rubia de piernas largas".



Agentes y periodistas
UE
(Unión Europea)



El portátil del jefe de la diplomacia de la Unión fue sometido a espionaje


Una investigación revela relajación en los protocolos de seguridad


Javier Solana sorprendió con su revelación hace unos días a un selecto auditorio en Madrid, ante el que se puso como ejemplo personal de un nuevo fenómeno de dimensiones imposibles de determinar en el universo sin fronteras ni límites del ciberespacio. "Si Solana puede ser espiado", concluyó algún presente, "cualquiera lo podemos ser". Exactamente.

Fuentes de su entorno apuntan que lo espiado fue el ordenador portátil del también secretario general del Consejo de la UE, bajo cuya responsabilidad circulan millares de documentos e informaciones de la máxima confidencialidad.

Un ordenador de trabajo de rutina y, en principio, no portador de grandes secretos. Solana notó hace un par de meses, según las fuentes, algunas irregularidades en el aparato, lo que llevó a los responsables de seguridad a descubrir el pirateo.

"Potencia no europea" crea un reducido campo de especulación, con Israel y Estados Unidos, ambos con sonados antecedentes de espionaje en los asuntos europeos, como principales sospechosos. Un comunicante descarta Israel y con un gesto da verosimilitud a la tesis transatlántica.

"No es sólo Solana", apunta otra fuente conocedora de las entretelas del Consejo. "Ha habido otros casos". Descubiertos también fortuitamente. Alguien recibió un correo electrónico y cuando llamó al expedidor para hacerle notar que faltaba el prometido documento adjunto, el teórico remitente negó haber enviado tal mensaje. Alguien había entrado en su ordenador.

Estos incidentes han activado todas las alarmas en el Consejo, donde las pesquisas han demostrado relajación en los protocolos de seguridad. "Una investigación reciente ha revelado que en varias ocasiones informaciones clasificadas de la UE han sido tratadas y conservadas en ordenadores de la oficina conectados a Internet. Es un problema grave", escribe Pierre de Boissieu, secretario general adjunto del Consejo, en una circular fechada el día 26 dirigida a todos los funcionarios.

La alerta en el Consejo sigue a la que recientemente puso en tensión a la Comisión. Una nota interna redactada por el jefe de seguridad advertía a los funcionarios del Ejecutivo comunitario: "La amenaza de espionaje sobre la Comisión crece cada día". Y se explayaba: "Diversos países, gente que busca información, lobistas, periodistas, agencias privadas y terceras partes buscan información confidencial y clasificada de la Comisión".

En la sala de prensa cayó como una bomba que a tan honorable cuerpo se le metiera en el mismo saco que lobistas, espías o a turbios agentes de cualquier laya. "No estamos sólo pensando en los periodistas", comentó una portavoz, tratando de quitar hierro al caso refugiándose en el estereotipo. "Podría ser la atractiva becaria rubia de piernas largas".

La UE y la OTAN son sólo las más visibles de las decenas de organismos internacionales que convierten a Bruselas en un polo de alta densidad de información, a la misma altura que Washington y Ginebra, según Kristof Clerix, periodista especializado en la revista mensual flamenca de relaciones internacionales MO y autor de Los servicios secretos extranjeros en Bélgica.

¿Impunidad total? Esa plétora de organismos internacionales constituyen la primera de las cuatro patas del banco en que se sientan los espías. Las otras son las compañías de alta tecnología, de armamento o relacionadas con la energía con sede en el país; las redes terroristas, que en la pequeña Bélgica se camuflan camaleónicamente, y las tupidas redes de emigrantes y exiliados de todo el mundo.

"Bélgica es un imán para los servicios de información extranjeros", dice Clerix, sentado en el mismo café del centro de Bruselas en el que en otras ocasiones se ha citado con agentes de la Seguridad belga. "¿Qué hace un espía?", se pregunta. "Obtener información sin que se note. Por tanto, buscar un disfraz". Y establece el experto en servicios secretos la relación de disfraces ideales en que se pueden embutir quienes no pueden revelar su verdadero trabajo: diplomáticos (hay 5.000 en Bruselas, con 55.000 personas más en funciones ancilares y estatuto especial), periodistas, más de mil; lobistas (entre 15.000 y 20.000); traductores e intérpretes, aunque Clerix reconoce que no sabe de ningún caso confirmado en este gremio, y estudiantes.

"Con los objetivos claros y la cobertura ideal, no hace falta más", apunta el experto. ¿Y la policía belga? "La policía belga sólo actúa cuando hay delito. Y los servicios de inteligencia belgas no tienen ni gente, ni tecnología, ni marco legal para actuar. Como me dijo uno una vez: 'Aquí estamos todavía con el arco y la flecha". Qué más pueden desear Gobiernos y espías en el siglo de la cibertecnología. Solana, touché.

Agentes y periodistas
A los diplomáticos belgas, en pleno enjambre de espías, se les advierte en la escuela diplomática de que han de tener mucho cuidado con quienes se presentan como tales de otros países y se les hace notar la importancia del equilibrio entre prudencia y transparencia al tratar con extraños. V. C., periodista en la capital belga, ha venido explotando de modo natural esa pareja de virtudes desde que un día le llamó un agregado de la embajada rusa en Bruselas, interesado por una información que había publicado sobre la OTAN. Concertada la cita para conocerse, la ocasión sirvió para establecer un contacto que habría de seguir en el tiempo.

Había un algo de singular en el modo de hacer los contactos. El ruso siempre llamaba desde una cabina y aunque dio un teléfono móvil pidió al corresponsal que en caso de llamar nunca se identificara. Por razones inexplicadas, el diplomático siempre dejaba su móvil en el despacho a la hora de las citas. Quizá para evitar ser controlado por redes electrónicas. En las conversaciones se mezclaban literatura, detalles de vida familiar y vacaciones con cuestiones profesionales que el corresponsal limitaba a lo que había publicado, lo que para su sorpresa ocasionalmente extrañaba al diplomático. ¿Acaso no leía los periódicos?


Al partir, el diplomático se despidió con una botella de coñac de lujo y un relevo que no está peleado con su móvil y que ha intentado sutilmente ir un poco más allá. "¿No te interesaría colaborar en alguna revista de algún think tank ruso?", preguntó un día a V. C. Dinero en el horizonte. "De ninguna manera", le respondió el corresponsal. Dice V. C. que su contertulio se presenta a veces con peticiones tan abruptas como inesperadas. Como cuando preguntó si se podía enterar de cómo es psicológicamente Barack Obama. Con vistas a la cumbre entre Casa Blanca y Kremlin. No se han vuelto a ver.

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