miércoles, 3 de marzo de 2010

Leopoldo Marechal

Leopoldo Marechal: “Megafón o la Guerra” (Trilogía III).-
Febrero 17, 2009 por aquileana

Leopoldo Marechal:
“Megafón o la Guerra”:








Reseña:
“Conozco las gracias y desgracias de estas latitudes”. (III). (Ibd. Marechal:, Leopoldo. “Megafón o la Guerra”).-
“El Desierto ya estaba derrotado. Lo que seguía firme aquí era una potencialidad vacante… Un escenario vacío es una petición de Historia”… (IV). (Ibd. Marechal:, Leopoldo. “Megafón o la Guerra”).-
“Todo está en movimiento continuo, en lo macroscósmico y en lo microscósmico, desde un átomo a una galaxia. ¡El Problema del Hombre no está en el movimiento sino en la Inmovilidad!. Lo que se mueve no es perfecto: sólo es perfecto el Gran Inmóvil”. (X). (Ibd. Marechal:, Leopoldo. “Megafón o la Guerra”).-


Leopoldo Marechal (1900/1970).- La escritura de la novela “Megafón o la guerra”, en tanto proceso histórico de producción y circulación textual, asume un carácter épico extratextual y una función social bélico-combativa, comprometida con la realidad política inmediata de la Argentina del período 1955-1970. La intencional filiación épica se explicita tatextualmente en su estructuración formal en diez «Rapsodias», introducidas por un «Introito» en donde el narrador −testigo y protagonista− presenta las claves de esta «epopeya que expone el «método lineal y rapsódico» de la narración de la «gesta megafoniana» en sus «vicisitudes exteriores». En “Megafón o la guerra”, la lectura histórico-social de la realidad argentina revela la posición política del autor, comprometida con el Partido Justicialista, tras 1955. Desde este horizonte ideológico, la obra se estructura como la crónica de una sucesión de batallas «revisionistas» y analíticas de la historia argentina, en sus manifestaciones exteriores, guiadas por Megafón y recogidas por el narrador-personaje, cronista, testigo y protagonista – que encarna, a su vez, al narrador-autor empírico. La simbolización de la Patria con una Víbora retoma la imagen de la Argentina visible en oposición a la de la Argentina invisible. La sucesión de batallas desenmascara y confronta, a través de la parodización, diferentes discursos y horizontes socio-discursivos que constituyen proyectos opuestos de organización nacional y de universalización de las esencias físicas y metafísicas de la patria. El movimiento centrípeto y ascendente por el nivel religioso, camuflado con estrategias discursivas de carnavalización, actualiza en la novela «políticamente comprometida», la estructura tradicional del universo épico, conformada en la relación entre el héroe, la comunidad y la divinidad. La revisión histórica reconoce en la actual oligarquía argentina, «que usufructúa el poder en su beneficio», el patriciado revolucionario y civilizador degenerado que, por «un olvido total de las consignas, un abandono del escenario”, ha traicionado la patria y los valores patricios que le permitían «conducir a un pueblo según el orden terrestre y el celeste».

Las «Dos Batallas» de Megafón se proponen desenmascarar la exterioridad inauténtica del pueblo argentino. La saga final de las Dos Batallas de Megafón –que concluyen con la muerte sacrifical del héroe– es el «Operativo Caracol», es decir, el abordaje al Château des Fleurs, edificio construido como una espiral centrípeta o un serpentín de destilación entre el río Sarmiento y Luján, que imitaba paródicamente las moradas de Santa Teresa de Jesús, las «tranqueras de la vía iniciática».
En la «Estancia Central» del Caracol de Venus está encadenada Lucía Febrero, imagen-símbolo de la Madonna Intelligenza según la doctrina de los Fedeli d’amore, y personificación de la Patria sometida, que continúa el símbolo de la mujer cautiva del Martín Fierro de Hernández, encarnación del «ser nacional, enajenado y cautivo como ella». De esta forma, las Dos Batallas de Megafón –construidas en un plano concreto, histórico y simbólico– discursivizan –con estilizaciones paródicas– procesos históricos concretos, conflictos sociales e interpelaciones ideológicas opuestas, y configuran la imagen de la Patria, esa «Novia del Suceder», en sus «conos de luz y de sombra», en sus «esencias físicas y metafísicas», proponiendo una «Didáctica de la Patria», fundada en la virtud individual y colectiva que permita la realización de su destino como provincia del cielo y de la tierra.

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Frases de “Megafón o la Guerra”:
“Soy Megafón- se dijo-: Megafón es un hombre, luego soy el hombre y estoy ahora en el mundo del hombre”. (Rapsodia I).

“El Coraje civil es un coraje de polvorines”. (Rapsodia II).

“Fue aquella misma noche y al filo de la madrugada cuando Megafón tuvo la experiencia o el ensueño que me refirió después y que titulo ahora La Calesita del Tango… Según el Autodidacto, de Villa Crespo, fue al llegar a la intersección de San Pedrito y Tandil cuando llegó a sus oídos aquella música fantasmal que al parecer brotaba de la misma esquina y en la que no tardó en reconocer los compases del Tango Nueve de Julio, pero transferido a lamentables escalas dodecafónicas… Y al entrar en el baldío comprobó dos hechos: el lugar parecía lleno de cierta luz fosfórica muy tenue y el tango resonaba en él con mayor fuerza… Jinetes de caballitos y cisnes de madera, giraban también ciertos hombres no identificables aún, bajo la mirada estudiosa de dos personajes que se mantenían de pie junto al palo de la sortija y que, según supo luego Megafón, eran un demonio llamado Ben y un demonio llamado Nelson. El matungo alazán comenzó a detener su marcha penosa, y con ella fueron deteniéndose la calesita y la música. No bien reinó el silencio y fue lograda la inmovilidad, el demonio llamado Ben se dirigió a los jinetes . -Senores-. les dijo en son de triunfo-, es inútil darle más vueltas a la calesita. ¡El tango ha muerto!”… (Rapsodia II).

“Al cabo de tres días, el constructor se presentaba en el chalet de Flores con un material informativo tan útil como excitante: La Operación Aguja se realizaría el sábado venidero por la noche… San Mateo, capítulo XIX, 23 y 24. “En verdad os digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los Cielos. Otra vez os digo que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja que entrar un rico en el Reino del Señor. ¿Entiende?. Así hablaba ese macho de Jesucristo”… (Rapsodia III).

“Estábamos metidos en un rock and roll infernal, en un baile de gárgolas que se retorcían al son de un cuarteto fantasmagórico… Por lo cual no vimos al profeta ni escuchamos las trompeterías del Cielo. Entonces la ciudad y el mundo se incendiaron como un libro lleno de imágenes. Porque de la catedral sólo habíamos quedado las gárgolas. Después el silencio, como si se hubiera suicidado la música”… (Rapsodia IV).

“Un tiempo, dos tiempos y la mitad de un tiempo… Señores, con licencia del profesor y si todavía nos queda tiempo, ¡a la carga!. Los asados están listos”. (Rapsodia IV).

“¿Quién habló allí?. ¿El historiador Cifuentes, el viejo Don Martín acostado en sus maderas o el General Irgarzábal asomándose desde su eternidad a ese museo de cosas perimidas?. Todo está en silencio/y el silencio responde con su voz de agua muerta. Si un ejército cruza una montaña, el soldado se hace piedra y la piedra se humaniza”. (Rapsodia IV).

“La existencia de un pueblo no se da en un círculo cerrado: se desarrolla en una espiral abierta y creciente. La Paleoargentina es una vuelta de espiral que ha terminado su recorrido: la Neoargentina es una vuelta de la misma espiral que arranca en el punto exacto donde concluye la otra. De tal modo, la espiral entera se parece a una víbora enroscada en un árbol… La Víbora es la Patria. Hay, pues, dos Argentinas en sucesión y no en real enfrentamiento. Lo que sucede aún es que los argentinos finales, en su agonía, se resisten a la otra vuelta de la espiral y estorban su desarrollo; porque lo que actúa en los argentinos finales es una mentalidad igualmente finalista y cerrarda. Ustedes, los de la Metahistoria, la llamaron colonialista… Es una mentalidad que no rompe las estrechas y cómodas estructuras del coloniaje: un horizonte mental en que cabía otra noción de la Patria naciente y sus destinos posibles. Un horizonte, al fin de cuentas, es también un círculo cerrado; y la Patria es un animal viviente que se desenrosca en expansión y exaltación”. (Rapsodia IV)

“Era una repetida figura de lo que se llamó después en clave megafónica El Malambo de los Generales: cada General se adelantaba fieramente hasta el proscenio, hacía sus mudanzas de zapateo folklórico y era sustituido por otro General igualmente coreográfico”… (Rapsodia V).

“Afuera se agiganta el volumen del sonido, se afirma el haz de la realidad, se acelera el paso de un suceder que la excluye de sus ámbitos”. (Rapsodia V).

-”¡Has vuelto Ántrax!- dice la Tiniebla y acuchillando el Vacío-. ¡Mostrá la jeta, cobarde!… ¡Fuera de aquí Ántrax!. ¡Yo te reprendo y expulso en nombre del Crucificado!”. (Rapsodia V).

“Con Megafón a mi diestra y Samuel Tesler a mi siniestra, veo en la pantalla una serie de imágenes vertiginosas que han registrado el nacimiento, la pasión y la muerte del transitivo Nadie“… (Rapsodia VI).

“La Patria. Señor de los ejércitos… Al escuchar el vocablo los jurisconsultos no escondieron su asombro… ¿Era un anacronismo del General o una entrañable reminiscencia de escuela?… La Sublimidad ha muerto. El hombre se mutiló a sí mismo en su flanco de la Sublimidad: ya no puede tender a lo Sublime… La Sublimidad: ¡una pera de agua!”. (Rapsodia VI).

“Cuando se grite ¡No va más!, y parezca en efecto que No va más, y llorando se diga: ¡No va más!… Entonces, la llama de lo Inteligible despertará… Los deslumbrados hombres llorarán de alivio al descubrir nuevamente que dos cosas iguales a una tercera son iguales entre sí… Como un vino sin trucos, la Libertad hará de nuevo que se emborrachen santamente las tres potencias del alma… Y la historia lineal de Caperucita y el Lobo ha de curar a los agonizantes y resucitar a los muertos”… (Rapsodia VI).

”No raspes negligentemente la pintura exterior de un hombre- se dijo en su hora:- podrías encontrar debajo la cara de un ángel o de un demonio”. (Rapsodia VII).

“El número es divino. Esencia y Omnipotencia: Sumo, luego existo y puedo”. (Rapsodia VII).

”La Tristeza no es un gas inodoro como sostienen los químicos… La Tristeza huele a jabón de azufre; a rana en su pozo y a helecho que brota en la juntura de dos ladrillos“. (Rapsodia VIII).

“En las tres noches finales también ella soñó con elementos de simbolismo fatal: dientes rotos, y muelas arrancadas, excrementos de hombres y animales, edificios en demolición. Pero guardó en su alma esas premoniciones: asistió a los expedicionarios hasta el fin. Y nadie advirtió que se apagaba ella lentamente, como si ya se adelantase a la Muerte por Amor”… (Rapsodia VIII).

“Aquel viernes, los diez asaltantes se reunían en el embarcadero del Club San Fernando (!!!) en uno de cuyos diques los aguardaba ya el Surubí con su motor caliente”… (Rapsodia IX).

“Gritos que se inician en una invitación a la guerra, y concluyen en un sollozo de triunfo… ¡Son las almas poliédricas de Abdul Imán que se funden por cada una de sus caras unánimes!. Luego el Autodidacto se mira caer en un sopor que le borra la conciencia del espacio y del tiempo. Tifoneades es un mago de kermese, pero sin duda, tiene sus bemoles”… (Rapsodia IX).

“Tres mundos en superposición o tres barrios en escalada integran a Buenos Aires, la ciudad de la Paloma… En alguno de los tres vive aún y vivirá Lucía Febrero al alcance de los poetas que la busquen”… (Rapsodia IX).

“Ahora sí, hermanos, este punto se va… Entonces, por haberme dictado las Escrituras y ejercido las virtudes heroicas, el filósofo recibió una copa rebosante de amrita, el vino de la Inmortalidad. ¿Y luego?: En la existencia universal no hay puntos finales- decía Samuel Tesler-: sólo hay puntos suspensivos“… (Rapsodia X).

(Final Enmarcado: Marechal/Editor): ”Y éstas fueron las dos batallas de Megafón que debí narrar tan sólo en sus viscisitudes exteriores… Sea como fuere, todo está aquí en movimiento y como en agitaciones de parto. ¡Entonces, dignos compatriotas, recomencemos otra vez!. Asi lo aconsejaba Heródoto, gran farol de la Historia, que sabía un kilo. ¡Y adiós, que me voy!”. (Rapsodia X).




→ Descargar “Megafón o la Guerra” de Leopoldo Marechal (Novela Completa):
http://isaiasgarde.myfil.es/get_file?path=/marechal-leopoldo–n-o-la.doc
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Fuente Original Post:

Marechal, Leopoldo, “Megafón o la Guerra”. En: Leopoldo Marechal. Obras Completas. Tomo IV: Las Novelas. Buenos Aires. Perfil Libros. 1998.-

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Links Post:
http://213.4.108.140/literatura/aispi/pdf/19/I_03.pdf
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