lunes, 6 de agosto de 2012

Masones e Iglesia Católica

Un Falso Pastor y una Falsa Iglesia
Actualización 2006

“Ellos traman la ruina de la Iglesia, no desde afuera, sino desde adentro; en nuestros días el peligro está casi en las entrañas mismas de la Iglesia y en sus mismas venas; y el daño producido por tales enemigos es tanto más inevitable cuanto más a fondo conocen la Iglesia”

Encíclica Pascendi de Pío X,
del 8 de septiembre de 1907



Uno de los males más violentos que ha tenido la Iglesia es la infiltración del espíritu masónico que ha penetrado hasta su mismo centro, incluyendo al Vaticano.

En capítulos precedentes hemos explicado que el Fin de los Tiempos se caracterizará por su apostasía, pero no sólo en el mundo sino también en la Iglesia, apostasía que alcanzará su clímax - como acto final de un deterioro espiritual de mucho tiempo - con la manifestación del último y personaal Anticristo. Vamos entonces a recorrer el velo de la inminente traición que va a sufrir la Iglesia, pero lo grave es que esta traición será desde adentro, del corazón mismo de la Iglesia, situación que va a provocar un cisma y el surgimiento de una iglesia falsa que pretenderá presentarse al mundo como la verdadera Iglesia Católica. Esta desgarradora división que sufrirá la Iglesia es parte de lo que la Santísima Virgen vino a evitar desde Fátima cuando advirtió el posible enfrentamiento de cardenales contra cardenales, obispos contra obispos, si sus súplicas no eran escuchadas. Está demás decir la confusión que habrá y la pérdida de un gran número de almas que seguirán a “ojos cerrados” a la iglesia falsa, que será la que más fieles tendrá, pues será una iglesia light que se ajustará a las máximas del mundo, que se prostituirá a los poderes de este mundo, tal y como lo explicaremos a continuación.

Vamos a citar algunos mensajes del Cielo y luego veremos los textos de la Sagrada Escritura.

Dice la Santísima Virgen al Padre Gobbi en 1986:

“En la Iglesia ha entrado también la desunión, la división, la lucha, el antagonismo. Las fuerzas del ateísmo y de la masonería, infiltrada en su seno, han logrado romper su unidad interior y oscurecer el esplendor de su santidad.”

La Masonería

De manera breve y sencilla diremos que la masonería – o francmasonería, como también se le llama – nace oficialmente en Inglaterra en el año de 1717, con el establecimiento de la Gran Logia (talleres) de Inglaterra, y decimos oficialmente porque no es más que la coraza o careta tras la cual se pretenden encubrir las antiguas prácticas gnósticas, que desde los primeros siglos han intentado destruir la doctrina cristiana.

La masonería ha sido reiteradamente condenada por la Iglesia en innumerables documentos, particularmente en la encíclica Humanum Genus del Papa León XIII en 1884. También está La encíclica Mirari Vos del Papa Gregorio XVI en la que señalaba al mundo entero que la masonería “era la principal causa de todas las calamidades de la tierra y de los reinos, y como el sumidero impuro de todas las sectas anteriores.” (José María Caro. El Misterio de la Masonería p. 316)

También en el Código de Derecho Canónico de 1917, en el canon 2335, se declaraba la excomunión a quien perteneciera a la masonería. Misma sentencia se confirmó en la declaración de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe del 27 de noviembre de 1983, documento conocido como Quasitum est, y que sigue vigente.

¿Entonces, qué es la masonería? La masonería es una gran conspiración habilidosamente organizada y disciplinada contra Jesucristo y la Iglesia, y consiguientemente contra el mismo Dios y contra todo lo que significa orden y respeto a alguna autoridad. Su fin último y principal es el de la destrucción radical de todo orden religioso y civil establecido por el cristianismo y la creación de otro orden nuevo con fundamentos y leyes tomados de la entraña misma del naturalismo (Encíclica Humanus Genus no. 8).

La Santísima Virgen ha estado indicando en varias ocasiones cómo está por cumplirse la prueba más grande para la Iglesia desde que fue fundada, cumpliéndose así lo que decía el Papa Pío X en su encíclica Pascendi:

“Ellos traman la ruina de la Iglesia, no desde fuera, sino desde adentro; en nuestros días el peligro está casi en las entrañas mismas de la Iglesia y en sus mismas venas; y el daño producido por tales enemigos es tanto más inevitable cuanto más a fondo conocen la Iglesia.”

A este respecto, el 13 de mayo de 1992, María Santísima dijo al P. Gobbi lo siguiente:

“Hijos predilectos, hoy recuerdan el setenta quincuagésimo aniversario de mi primera aparición, acontecido en Fátima, en la Cova de Iría, el 13 de mayo de 1917… entonces predije los tiempos de la pérdida de la verdadera fe y de apostasía, que sería difundida en cada parte de la Iglesia. Están viviendo los tiempos que Yo les he predicho… los tiempos de la guerra y la persecución a la Iglesia y al Santo Padre, a causa de la difusión del ateísmo teórico y práctico, de la rebelión de la humanidad a Dios y a su ley…”.

Conviene ahora explorar un poco acerca del propósito de la masonería para el establecimiento de una falsa iglesia con un falso pastor.
Digamos primero, antes de entrar al desarrollo principal, que existe una forma de masonería espiritualista, de un eclecticismo muy liberal, capaz de ejercer, y que ejerce de hecho actualmente, una fuerte fascinación sobre los ambientes eclesiásticos más “avanzados”. Así se han podido construir en el seno de la Iglesia misma, un movimiento clandestino con inspiración masónica. Este tiende a promover un neo-cristianismo, reinterpretando todo según la cultura moderna, que sería el único verdaderamente universal, y por tanto, nominalmente católico.
Sin entrar en detalles de sus orígenes y de su organización, recordemos solamente que la masonería presenta a través de su historia una doble corriente paralela, cuyas dos ramas en definitiva trabajan para el mismo fin, pero con distintos medios:
1. La corriente materialista de inspiración racionalista. Nada por encima de la razón y de la experiencia. Esta corriente admite una fe vaga en el gran arquitecto del universo, pero está compuesta mucho más abundantemente por ateos.

2. La corriente espiritualista, de inspiración gnóstica, se considera heredera por medio de la cábala judía de la más alta tradición pagana, esotérica y secreta. El conocimiento y la tradición de una pretendida sabiduría trascendente, a base de simbolismos, que excluye todo dogmatismo, es la prerrogativa de una elite de iniciados. Esto son los únicos depositarios de los secretos y los únicos que laboran los planes de acción y detentan el mando.

El fondo de esta “alta ciencia esotérica” está llamado a trascender y a destronar a todas las religiones reveladas.
Pero, ¿Quién está detrás de todo esto? En un texto de Claudio de Saint Martín (uno de los más influyentes masones espiritualistas del siglo XVIII) no se deja duda sobre la identidad de la “supremo arquitecto del universo”, ni sobre el nombre muy personal que se le debe dar: Lucifer. Incluso Osvaldo Wirth, masón ocultista, ha dejado estas palabras sumamente reveladoras:
“La serpiente inspiradora de desobediencia, de insubordinación y de rebelión, fue maldita por los antiguos teócratas (entiéndase Dios Padre) en el momento que era honrada entre los iniciados (entiéndase Adán y Eva). Llegar a ser similar a la divinidad, tal era el fin de los antiguos misterios. En nuestros días, el programa de iniciación no ha cambiado.”

Creación de una Nueva Iglesia

Con su pretensión de una hegemonía universal, la corriente masónica espiritualista se quiere poner evidentemente a la par con la Iglesia Católica. Pero ella no se ha limitado a una actividad de concurrencia en su seno; sus hombres han madurado un complot, han elaborado un plan en el que se expresa la voluntad de suplantar a la Iglesia existente, previendo su sustitución con una nueva iglesia, radicalmente transformada según sus miras.
Es entre 1880 y 1890 que este plan fue elaborado. En aquella época, escribe Pierre Virión en su obra “Misterio de la Iniquidad” de 1967, ciertos grupos ocultistas trabajaban activamente en las grandes órdenes masónicas, invadidas entonces por el materialismo, con el fin de unirlas alrededor de un espiritualismo iniciático, desembocando, en última instancia, en un esoterismo luciferiano. Los clérigos prestaron una activa cooperación, entre ellos: Elifas Levy y el Canónigo Roca, profeta de una nueva iglesia iluminada, la cual, según él, sería “ratificada oficialmente por el último Papa, convertido ya éste al “nuevo Cristianismo”. (P.67)
De esta convergencia de esfuerzos, nacieron en Francia tres grupos principales:

1. La Orden Cabalística de los Rosacruces, fundada en 1888 por Stanislao de Guaita, un mago negro cuyo propósito era dar a conocer a la teología cristiana las magnificencias esotéricas ocultistas de las cuales, según él, está llena sin saberlo.

2. La Orden Martinista, fundada en 1890 por Papus. Dice Pierre Virión, que esta es actualmente una de las más peligrosas sociedades secretas, por su poder de corrupción doctrinal en los ambientes católicos. El gran instructor de este movimiento es Saint-Ydes de Abeildre. El propósito de este grupo es establecer un gobierno mundial invisible con el concurso de las potencias ocultas de cada orden y de cada escuela. En su última fase el poder sería ejercido por un “colegio de sabios”, compuesto por representantes de las potencias sociales, financiaras, culturales, y que admitiría también sobre una base de rigurosa igualdad a los jefes de todas las grandes religiones, es decir, islamismo, budismo, hinduismo, catolicismo, entre otras. Precisamente la religión católica vendría ser absorbida en este sincretismo universal, presentado este como la única religión del futuro. En el orden político, se establecería un socialismo tecnificado, dividiendo al mundo en zonas geopolíticas.

3. El Simbolismo, representado por Oswald Wirth, quien sustenta un “cristianismo esotérico u ocultista”, cuya seducción se ejerce en gran medida sobre católicos que están ávidos de misticismo.

En 1937, los dignatarios del Consejo Supremo de Francia, han emprendido, con Oswald Wirth, la tarea de encontrar sacerdotes católicos, con el fin de preparar el acercamiento entre la Iglesia y la masonería. Asimismo, fuera de Francia se ha establecido un esfuerzo idéntico de penetración del catolicismo en varios países, como por ejemplo Italia, donde se exponía la necesidad de fundar una masonería católica, que pretendía clandestinamente accionar dentro de la Iglesia y sin rebelión abierta. Pero eso sí, una rebelión profunda, una revolución silenciosa.
Estos esfuerzos conjuntos han tenido verdaderos frutos. La etapa de simple diálogo con la masonería, parece ya superada. Lo que se está creando ante nuestros ojos es un clima de convenio y simpatía. Las sectas masónicas se vanaglorian siempre más de contar entre sus miembros a sacerdotes. Este hecho por otra parte ha sido confirmado en el curso de una reciente transmisión radiofónica del gran maestro del Gran Oriente de Francia, el cual precisó, además, que la presencia de sacerdotes en la masonería implica para ellos la obligación de ser dogmáticamente libres…, es decir, liberados del Credo Católico. En el Vaticano, los diplomáticos están presionando por un cambio, por ellos deseado, de la postura oficial de la Iglesia, hasta hoy muy hostil a la masonería.
Todo el trabajo realizado en las Logias Masónicas, particularmente a fin del último siglo, en favor de un espiritualismo de inspiración gnóstica, apunta en definitiva a instaurar un “nuevo cristianismo y una nueva iglesia”. “Estamos obligados a construir sobre la base de una documentación rica en certezas, escribe Pierre Virión, que un magisterio oculto conduce a los doctores de la nueva iglesia, inventada en las altas sociedades secretas en este fin del siglo XX.”
Este ecumenismo de esta nueva iglesia, no es la nuestra. Mezcla todo junto: el error y la verdad, todas las religiones y todas las ideologías; todas las instituciones y todos los regímenes políticos incluido el comunismo ruso y el chino. Sus teólogos eliminan la acción creadora de Dios, consagrándola como hija del Cristo cósmico que está surgiendo de la humanidad, la cual no recibe más la gracia, sino que la da. Es la humanidad entonces la que pontifica de frente al Papa, porque según ellos la Iglesia de Pedro ha errado… haciendo errar la corriente de la unidad mundial.
Esta unidad mundial, todavía en gestación, pero muy pronto a manifestarse, no deberá de contener nada del espíritu católico de la antigua Iglesia Romana. Esta unidad se va a realizar fuera de la Iglesia Católica Romana y contra ella, pero se presentará como la nueva Iglesia Católica Romana. Será el fruto del espiritualismo masónico, el único que puede asegurar el verdadero universalismo.
Y así estos masones afirman “que el papado (con Benedicto XVI) sucumbirá; y entonces aparecerá un cristianismo nuevo, sublime, liberal, profundo, verdaderamente universalista, absolutamente enciclopédico… un culto universal donde todos los cultos serán englobados. El Dios será la humanidad que a mis ojos se confunde con el Cristo, que es también el universo entero. Al Cristo-hombre sufriente, la Iglesia le sigue en nuestros días el Cristo-Espíritu triunfante” (El Canónico Roca, “La Gloria Centenaria”).
Solamente en una sociedad teocrática y que tenga el carácter de la masonería, podrá reunir un día el Islam y la Cristiandad, los hebreos y los budistas, Europa y Asia, todos en un mismo ideal y en una intensa esperanza. Corresponde a la masonería, según lo dicho, el formar la iglesia universal.
Esta es la realidad que estamos viviendo y que nos sumerge de lleno en el peligro incurrido por la Iglesia actual debido a la infiltración masónica.
En 1972 nuestro Señor le decía a la mística Filiola lo siguiente: “¡Se ha dejado conducir a la Iglesia en las manos de un espíritu como masónico…! ¡Oh, sufriremos! Este espíritu difundido ahora en toda la Iglesia, se ha introducido primero, asegura Filiola, en el Vaticano mismo.” Desde hace 45 años, ella ve este mal como un cáncer incrustado en el corazón mismo de la cristiandad. El Vaticano hospeda, nos dice, una especie de contra iglesia secreta, compuesta por prelados y dignatarios ganados al espíritu masónico y “espiritualista” (caracterizado, como lo hemos dicho, por un ecumenismo sincretista, antidogmático y por un humanismo muy abierto). Estos personajes bajo máscaras honorables, bajo las apariencias también de un lenguaje ortodoxo, pero ambiguo, intrigan en la sombra, conducen un sutil doble juego, persiguen con método y paciencia un plan concertado.
Suplantar a Cristo

A la luz de cuanto se ha dicho, se pueden entender ciertos aspectos:

1. Se quiere suprimir a Jesús, el Cristo, para poner en su lugar un Cristo como un puro vocablo, un ser abstracto, un mítico; sin ningún interés en cuanto a su existencia histórica, pero que simboliza felizmente al hombre en su camino ascendente hacia la auto-divinización del hombre.

2. Se ha suplantado a Cristo por una proyección subjetiva, privada por lo tanto de cualquier contenido real, concreto; pero útil por la carga efectiva que lleva a través de los tiempos y cuya energía espiritual puede ser recuperada.

3. Se ha suplantado a Cristo por un ser divino concebido en modo panteísta. Es decir, que cada individuo llegue a liberar a su Cristo interior de las misteriosas fuerzas del subconsciente.

4. Se ha suplantado a Cristo por un sutil disfraz del príncipe de este mundo. Bajo la imagen misma de Cristo y bajo el pretexto seductor de una religión más profunda, más pura, más espiritual, más divina… surge el mismo Satanás que va tomando los espíritus de todas las almas.

5. Por eso, es fundamental en este tiempo que entendamos la necesaria adhesión a la humanidad santa de Jesucristo y también correlativamente a la maternidad de María Inmaculada. Esto explica por qué estos dos grandes pilares son las garantías de la integridad y de la autenticidad de la vida cristiana, y al mismo tiempo, se han convertido en tiro al blanco de los golpes más furiosos del enemigo.

Conclusión de lo Dicho

De todo lo que hemos dicho se puede resumir que existe una forma de masonería que ha penetrado en la Iglesia y que pretende transformarla desde el interior; su tesis no es otra que un avivamiento o resurgimiento de un espiritualismo gnóstico, pero adaptado a la cultura moderna. Este espiritualismo masónico tiene características comunes muy singulares:

· Una aversión por los dogmas y una reducción de toda la doctrina católica al orden simbólico.

· La explicación de la fe religiosa como un fenómeno subjetivo, ligado a una experiencia mística y en dependencia estrecha con la cultura del momento.

· Un relativismo moral, con el rechazo de toda norma absoluta.

· En cuanto a los métodos: la voluntad de penetrar en las instituciones de la Iglesia, para irlas modificando sin violencia, bajo la máscara de reformas graduales: una verdadera revolución.

· Y en cuanto a la finalidad: la voluntad de suplantar la Iglesia Católica y de sustituirla con una nueva Iglesia, totalmente otra, que sería fruto de su acción radical.

Todo esto ha sido fruto de una labor profunda de las grandes logias masónicas. El dios único de esta teología se confunde con el hombre y se identifica con la humanidad.
Así, ¿Dónde queda Jesús?, El ha sido despojado de su divinidad. ¿Dónde queda el cristianismo? Ha sido vaciado de su sustancia, de su raíz, de su cultura, de su sacrificio, de su dogma, de su eucaristía.¿Dónde queda Dios? Es una palabra que no significa nada, sino que se confunde con el cosmos y donde el hombre debe identificarse con él a través de una evolución donde surja su divinidad interior.
Una Nueva Iglesia desde la Iglesia Católica y contra la Iglesia Católica

El plan de acción es muy claro: destruir o suplantar a la Iglesia Católica para sustituirla por un organismo universal de tipo sincretista, y políticamente integrado a un Nuevo Orden y Gobierno Mundial.
Y sobre el asalto a Roma de esta iglesia nueva, dice el Canónigo Roca:

“En su forma actual, el Papado desaparecerá… el nuevo orden social se implantará desde Roma pero al margen de Roma, sin Roma, a pesar de Roma, contra Roma… y esa nueva Iglesia, aunque tal vez no deba conservar nada de la disciplina escolástica y de la forma rudimentaria de la Iglesia antigua, recibirá sin embargo de Roma la Consagración y la Jurisdicción Canónica” (La Gloria Centenaria pág. 452 y 466. Citado por Pierre Virión. ob. cit. pág. 47).

Este párrafo anterior es clave para entender lo que va a sucederle a la Iglesia a la muerte de Benedicto XVI. Es una nueva Iglesia Católica en Roma que surge de la misma Iglesia fundada por Cristo y que será “ratificada” como tal por un Papa de la nueva iglesia, que en realidad será un antipapa, un Papa falso, un falso Pastor, que se proclamará ilegalmente Papa de la Iglesia y que pretenderá seguir las normas de las Iglesia, al menos por un tiempo, aunque realmente no será Papa legítimo. Será más bien un Papa falso cabeza de una Iglesia falsa, aunque el mundo lo verá como el Papa verdadero de la Iglesia. Por eso la Virgen le dijo al padre Gobbi que surgiría precisamente “un falso cristo y una falsa Iglesia” (17 de junio de 1989). El verdadero Papa sí será cabeza de la Iglesia Verdadera, pero será atacado en su autoridad y legitimidad por la falsa Iglesia y el falso Pastor, el falso “Papa”, mientras que la Iglesia verdadera disminuirá de fieles considerablemente.

La Masonería Eclesiástica

Encontramos numerosísimos mensajes de María Santísima en este sentido:
El 29 de junio de 1983 la Santísima Virgen mencionó a través del Padre Gobbi dos instituciones que han sobresalido por sus esfuerzos para destruir a la Iglesia:

“El dragón rojo es el ateísmo marxista que ya ha conquistado el mundo entero y ha llevado a la humanidad a construirse una nueva civilización sin Dios. El 3 de junio de 1989, María Santísima expresaba lo siguiente: “…la bestia negra es la masonería; la bestia negra, obra en la sombra, se esconde, se oculta, tratando de introducirse en todas partes… las siete cabezas de la bestia indican las varias logias masónicas que obran en todas partes de una manera engañosa y peligrosa. Esta bestia negra tiene diez cuernos y sobre los cuernos diez diademas, que son signo de dominio y de realeza. La masonería domina y gobierna todo el mundo por medio de los diez cuernos…”

El 13 de junio de 1989 nuestra Madre Santísima habló de una infiltración de la masonería eclesiástica y el poder que tiene sobre la tierra:

“Desde la tierra acude en ayuda de la bestia negra que surge del mar, una bestia que tiene dos cuernos, semejantes a los de un cordero... La bestia con dos cuernos, semejante a un cordero indica la masonería infiltrada dentro de la Iglesia, es decir, la masonería eclesiástica que se ha difundido sobre todo ante los miembros de la jerarquía. Esta infiltración masónica dentro de la Iglesia ya les ha sido predicha por mí en Fátima, cuando les anuncié que Satanás se introduciría hasta el vértice de la Iglesia. Si el objetivo de la masonería es el conducir a las almas a la perdición, llevándolas al culto de falsas divinidades, el fin de la masonería eclesiástica, en cambio, es el de destruir a Cristo y a su Iglesia, construyendo un nuevo ídolo, es decir, un falso Cristo y una falsa iglesia.”
Fundamento Apocalíptico
Precisamente en el libro del Apocalipsis encontramos perfectamente anunciado el surgimiento de estas dos bestias, la que surge del mar y la que surge de la tierra: “Y vi del mar subir una bestia con diez cuernos y siete cabezas, y en sus cuernos diez diademas, y sus cabezas nombres de blasfemia…” (13, 1). Esta bestia del mar representará el poder político, apoyado por la masonería que se opone a todo orden cristiano. Pero junto a esta bestia del mar surge una bestia de la tierra y que San Juan llamará más tarde un falso profeta y que tiene un carácter religioso, y es precisamente lo que María Santísima denomina como la masonería eclesiástica y cuyo fin es poner un falso ídolo, un falso Cristo y una falsa iglesia: “Y ví otra bestia que subía de la tierra. Tenía dos cuernos como un cordero, pero hablaba como dragón.” (Apoc 13).
Consecuencias de la Masonería en la Iglesia
Ahora bien, y con objeto de que sea clara la consecuencia del impacto de la masonería dentro de la Iglesia, diremos, bajo de riesgo de ser repetitivos, lo siguiente:
El proyecto masónico ha traído como consecuencia un relajamiento y pérdida de la importancia de la confesión individual; la desvalorización de la eucaristía; que se comulgue de pie y en la mano; un relativismo de la moral; una supresión a todo tipo de sacrificio y penitencia corporal, considerándose como algo exagerado y anticuado; una alteración al sentido del pecado; un mayor libertinaje en la Liturgia; menor piedad y misticismo en las iglesias; disminución notable en oraciones como el Viacrucis, adoraciones, reparaciones eucarísticas, procesiones, etc.; una tergiversación del sentido del sacrificio en la Santa Misa en pro de un mero banquete pascual; disminución del hábito religioso y signo sacerdotal; una aversión a los dogmas; una explicación de la fe religiosa como un fenómeno subjetivo.
Por lo anterior, no es extraño, y aún parece lógico que un gran sector de la Iglesia, tanto de laicos como de sacerdotes, obispos y cardenales propugnen por cambios radicales en la Iglesia, tales como la cesación del celibato sacerdotal y su apertura lícita al matrimonio; la opción de la mujer a aspirar al sacramento del orden sacerdotal; el reconocimiento moral de los medios artificiales de anticoncepción; respeto y reconocimiento a los derechos de homosexuales y lesbianas a ejercer su propia opción de “género”, asimilando su unión al vínculo matrimonial y posibilidad de derecho de adopción; una real democracia dentro de la Iglesia que permita una mayor colegialidad otorgando mayores derechos y poderes a las Conferencias Episcopales; replantear ciertos criterios que tienen como base la infalibilidad papal; reconsiderar la posibilidad de voto a los fieles en materia de doctrina y teología, etc.

Todas estas propuestas son una realidad abrumadora en un sector de la Iglesia, parte por esa influencia masónica como por el error e ignorancia al desconocer la verdadera naturaleza de la Iglesia. Es decir, es necesario recordar que la Iglesia Católica es una institución humana y divina, espiritual y visible a la vez (Lumen Gentium # 8). No se olvide que la Iglesia es una institución que proclama la salvación eterna en Jesucristo, por el mandamiento supremo del amor y la participación de los sacramentos. La Iglesia camina en el tiempo pero su fin es sobrenatural, y esta lógica de fondo no comulga con la lógica humana, ni de una empresa, ni de un partido político, ni siquiera de otra iglesia o denominación religiosa.

Así pues, la masonería no sólo desacraliza a la Iglesia sino que pretende elevarse a su mismo nivel, tal y como lo hemos apuntado párrafos arriba. De ahí que en la obra del Padre Malachi Martin El Último Papa (Planeta Española, Madrid, 1996) describa el compromiso masónico para ser realizado por el Último Papa:

“Aquél que mediante este sanctasanctorum, sea designado y elegido como último sucesor al trono pontificio, por su propio juramento se comprometerá, tanto él como todos bajo su mando, a convertirse en instrumento sumiso y colaborador de los constructores – masones – de la casa del hombre en la tierra y en todo el cosmos humano – masonería oculta. Transformará la antigua enemistad – la que se estableció con la serpiente en el Paraíso – en amistad, tolerancia y asimilación aplicadas a los modelos de nacimiento, educación, trabajo, finanzas, comercios, industrias, adquisición de conocimientos, cultura, vivir y dar vida, morir y administrar la muerte. Ese será el modelo de la nueva era del hombre”.

Y Así lo profetizó hace más de un siglo Fray Joachim Blumenhagen:

“Cuando el templo masónico brille sobre todo el universo, cuando su techo sea el azul del cielo, los polos sus paredes, el trono de San Pedro y la Iglesia de Roma sus pilares, entonces los poderes de la tierra brindarán esa libertad a las personas que hemos reservado para ellas. Quiera el maestro de este mundo (Satanás) concedernos otros 100 años y alcanzaremos dicho fin” (Malachi Martin. ob. cit. pág. 77).

Por eso, repetimos lo que el Espíritu Santo le inspiró a San Pablo: “Porque ha de manifestarse el hombre de la iniquidad… hasta sentarse en el Templo Santo de Dios” (2 Ts 2, 3 – 4).

Juan Pablo II, Benedicto XVI y Pedro Romano

¿Qué es entonces lo que falta para que pueda manifestarse este rebelde y aparezca públicamente la falsa iglesia y el falso pastor, es decir, un falso Papa?. La clave está estrechamente relacionada con la muerte de Juan Pablo II, la elección de Benedicto XVI (lo que le reste de pontificado) y el advenimiento del llamado Pedro Romano, según la profecía de San Malaquías del siglo XII.
En efecto, en primer lugar tenemos que Juan Pablo II fue el Último Papa antes de comenzar el Fin de los Tiempos. Por tanto, a partir de su muerte --ocurrida ni más ni menos que en la víspera de la fiesta de la Divina Misericordia -- silenciosamente se ha disparado el reloj del Final de los Tiempos. Así lo profetizó María Santísima -como lo hemos dicho anteriormente- en las conocidas apariciones de Garabandal, España, cuando dijo que “después de Juan XXIII sólo quedarían tres Papas (Paulo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II) y luego vendría el Final de los Tiempos”. En otras palabras, todo su pontificado de 26 años y 5 meses constituyó una verdadera preparación al mundo y a la Iglesia para el futuro encuentro con Cristo en Su Parusía. Pero al mismo tiempo, Juan Pablo II recordó que sólo a través de la cruz, el dolor y la purificación de la Iglesia es posible asistir a esos Tiempos Nuevos, a esa Nueva Primavera para toda la Iglesia.

Las exequias de Juan Pablo II sentaron un precedente nunca antes visto en la historia conocida. Se calcula que cerca de dos mil millones de personas fueron testigos en algún momento de la misa de cuerpo presente. Esto confirma la profecía de Santa Faustina Kowalska, religiosa que fue instrumento para la propagación de la Divina Misericordia, y a quien en el año de 1933 el Sagrado Corazón de Jesús dijo lo siguiente: “Quiero a Polonia de una manera especial. Si es fiel y dócil a mi Voluntad, la elevaré en poder y santidad, y de ella saltará la chispa que preparará al mundo a mi Segunda Venida”. Esta chispa que salió de Polonia fue sin duda alguna Juan Pablo II.

Así pues, con su muerte se ha iniciado el final de los tiempos de la humanidad. La lucha entre el Dragón y la Mujer ahora tendrá manifestaciones más violentas y abiertas hasta su total conclusión. Grandes catástrofes naturales golpearán a la tierra. México también será probado. Varios acontecimientos ocurrirán en el futuro inmediato, entre ellos el ataque a la Iglesia, ataque que vendrá desde su interior y que provocará un gran cisma, que será el último detonante para la aparición del Anticristo, entre otros acontecimientos que iremos viendo más adelante.

Por su parte, Benedicto XVI no es sino el Pontífice elegido por el Espíritu Santo para asumir y completar la pesada cruz de la Pasión de la Iglesia que ya cargaba penosamente Juan Pablo II. El Cardenal Ratzinger será como el cireneo que ayudará a llevar la cruz hasta el Calvario para que la Iglesia sufra ahí su terrible crucifixión, siempre necesaria para que pueda renovarse completamente según el Plan Providencial de Dios.
Ahora bien, Benedicto XVI es el Papa que le corresponde la divisa de “la Gloria del olivo” según la profecía de los Papas de San Malaquías. Como se sabe, esta profecía privada es una de las más famosas que aluden al Final de los Tiempos. Aunque se refiere a los Papas no se considera como una profecía canónica a la que debamos prestar fe como las contenidas en la Sagrada Escritura. Se le atribuye a San Malaquías, Arzobispo de Armagh (Irlanda), y consiste en una serie de lemas o divisas con que se llama o designa a cada uno de los 111 Papas, que según su autor, ocuparían la Silla de Pedro desde 1143 hasta el advenimiento de Pedro Romano, quien cierra la lista. Para entender la trascendencia y actualidad de esta profecía, ubiquemos que Benedicto XVI es el último de la lista, es decir, el Papa 111. El anterior al enigmático Pedro Romano, cuyo análisis haremos a continuación.

Con la elección de Benedicto XVI la Iglesia asume una postura de mayor definición, lo que provocará una mayor crítica de parte de los adversarios de la Iglesia y de los cristianos tibios que desean reformas en la fe y la doctrina que se ajusten a los nuevos tiempos. Los analistas de los medios de comunicación que se empeñan en ver a la Iglesia como una institución meramente humana sin vinculación a su origen divino anuncian ya la siguiente disyuntiva: o el Papa Benedicto XVI se abre a una mayor flexibilidad que conlleve una reforma de fondo para la Iglesia o asistiremos al “fin de la Iglesia Católica” como se le conoce hasta ahora. La realidad es que estos hombres no saben lo que dicen ni tienen idea de lo que es la profecía del Final de los Tiempos anunciada en el Apocalipsis. La Iglesia va a sufrir una gran prueba que Dios permite para Su mayor Gloria y de la Iglesia misma. Está profetizado que "las puertas del Infierno no prevalecerán sobre ella," pero también está profetizado que Dios permitirá a la antigua serpiente un ataque sin precedentes, pues el hombre ha rechazado la Verdad en Cristo que lo salvaría. Por lo anterior, inexorablemente Benedicto XVI se convierte en el último obstáculo que debe ser removido para que aparezca el falso Papa.
Hay quienes afirman que Benedicto XVI es el falso Papa, el falso Pastor. El argumento se basa en la equivocada interpretación de las profecías privadas que afirmaban que Juan Pablo II era el último Papa antes del Fin de los Tiempos, y como está anunciado el cisma y la venida de un Antipapa, pues resulta que este debe ser el Antipapa esperado, por lo que todo lo que diga o haga les parece sospechoso.

Lo anterior es resultado de un torpe y nulo análisis serio de las profecías privadas a la luz de la Sagrada Escritura. No se puede perder el realismo de los hechos ni afirmar tales aseveraciones sólo porque las profecías no pueden dejar de cumplirse. Desde luego que se van a cumplir, pero hay que saber estudiar y meditar sobre el cumplimiento de las profecías a la luz de las señales de los acontecimientos actuales.

Afirmar, sin más ni más que Benedicto XVI es el Antipapa es temerario y no resiste el más mínimo análisis fundado en la Verdad. Es decir, afirmar que Benedicto XVI es un Antipapa exige por definición que haya un Papa verdadero. ¿Quién es? ¿Juan Pablo II? ¿Que está vivo y escondido en algún lugar? No nos metamos en un círculo infernal del cual no sabremos cómo salir. Por tanto, mientras el Papa reinante haya muerto o renunciado válidamente, no se puede levantar la sospecha de que el siguiente Papa nombrado es antipapa. No nos confundamos, es necesario tener la evidencia: no es suficiente una duda. Si el argumento es dudoso, no hay derecho a sacar conclusiones que tienen consecuencias enormes.

No se pretende ser infalible, pero pensamos que siempre debe existir una línea de realismo, que en el caso actual no existe. Juan Pablo II murió, está en el Cielo y el actual Papa es legítimo. Si se hubieran nombrado 2 Papas, entonces sería válido preguntarnos ¿cuál de los 2 es el auténtico? Esta situación se va dar, pero no se ha dado ahora.

El Papa Benedicto XVI fue elegido en un cónclave válido y él es un Papa legítimo y válido. No hay argumento teológico ni lógico para afirmar lo contrario.
Benedicto XVI es pues el Papa al que le corresponde el lema o divisa la gloria del olivo. Este Papa es el 111 de la lista de la Profecía de San Malaquías. Es decir, es el último, porque el siguiente no tiene ya lema o divisa latina alguna, ni tampoco se le asignó un número consecutivo, en este caso el 112, sino que sin más el autor de la profecía agrega el párrafo siguiente: “En la última persecución a la Santa Iglesia Romana, ocupará la silla Pedro Romano, que habrá de apacentar sus ovejas padeciendo muchas tribulaciones, pasadas las cuales la “ciudad de las siete colinas” (Roma) será destruida y el juez tremendo vendrá a juzgar a su pueblo”. Del texto precedente es claro que no se habla del último Papa de la Iglesia, ni el último Papa antes del Fin del Mundo, sino del último Papa elegido desde la Iglesia que está en Roma, de ahí la frase “en la última persecución a la Santa Iglesia Romana”, por lo que ya no habrá más Papas romanos, pues coincidirá con el Fin de los Tiempos cuando según la propia profecía, la “ciudad de las siete colinas”, es decir Roma, será destruida, tal y como lo confirma el mismo Apocalipsis.

De tal suerte que de acuerdo con el Apocalipsis, Roma será destruida, y no se refiere a la Roma de los Emperadores, sobre la cual se levantó la Roma cristiana, sino a la actual Roma, por que Dios la va a condenar y destruir para nunca más aparecer (Ap 18, 4 y siguientes). Recordemos que las notas esenciales de la Iglesia son Una, Santa, Católica y Apostólica. La nota de Romana no es esencial, es accidental. La Iglesia está ahora en Roma pero ya no lo estará más en el futuro, y eso no le quita nada a su esencia.

Sea cual sea el status, debemos de analizar esta profecía a la luz y en conjunto del resto de las profecías sobre el Final de los Tiempos. Entonces, bajo Pedro Romano se darán dos Papas, o más bien, uno sólo es legítimo, ya que el otro es un “Papa” impuesto a la fuerza por medio de la traición – salido de entre los cardenales, desde luego – y que encabezará, como ya se explicó al hablar del proyecto de las masonería una iglesia falsa. Al ser falsa esta iglesia, en realidad ya no puede ser ni Papa ni antipapa porque de hecho no es parte de la Iglesia Católica, sino parte de una asociación extraña a ella. Es un impostor de una religión falsa, que no obstante se proclamará Papa de la Iglesia Católica Romana, duplicará el libro de la Iglesia y el mundo así lo aceptará. Por eso anotábamos lo de “una nueva iglesia desde la Iglesia Católica y contra la Iglesia Católica”. Quizá sea esta la razón de fondo de que Malaquías no lo haya incluido en su lista de antipapas (San Malaquías profetizó a 10 antipapas y que están dentro de la lista de 111 Papas) y por eso solamente menciona a Pedro Romano.

Lo que es claro y cierto es que este enfrentamiento de Papas, que divide a la Iglesia en dos bandos, pone fin, como efecto de la misma apostasía, a los sucesores de Pedro salidos de Roma. Así pues, se llamen como se llamen, o en su caso, que ambos tomen el nombre de Pedro, el punto que nos interesa dejar en claro es que en este periodo del Pedro Romano se dará el cisma de la Iglesia, donde la Iglesia Verdadera será aquella “Mujer que huye al desierto en medio de grandes dolores de parto” (Ap 12, 6) pues es sujeta de una gran persecución y sufrimiento, cuya consecuencia será el “dar a luz a un niño varón que con cetro de hierro regirá a las naciones” (12, 5), es decir, a Cristo Rey en Su Parusía.

Por contra, la otra iglesia, la iglesia Falsa es la “Gran Ramera que fornica con los reyes de la tierra, revestida de púrpura y escarlata, resplandeciente en oro y piedras preciosas, pero que se embriaga de la sangre de los mártires, mujer que está sobre una bestia de siete cabezas y diez cuernos y las siete cabezas son siete colinas sobre las que se asienta la mujer” (17 1 – 9), que es precisamente Roma.

De hecho, las dos Iglesias tienen una misma raíz y origen. Pero mientras que una se mantuvo fiel a las enseñanzas de Cristo y sus apóstoles, de ahí que “esté vestida de sol y que esté coronada con doce estrellas sobre su cabeza” (12, 1), la otra se “prostituyó con los poderes de este mundo” (12, 2). Y por ser una misma y sola Iglesia en su origen, las dos son guiadas y representadas por el Papa Pedro Romano, pero uno será verdadero y el otro será falso; uno será legítimo y el otro ilegítimo; uno guiará a la Iglesia Verdadera al desierto “donde tiene un lugar preparado por Dios para ser allí alimentada por 1260 días” (12, 6), es decir, a la oración y al sacrificio en medio de grandes sufrimientos; el otro, el Papa impostor llevará a la iglesia falsa, remedo de la Iglesia Católica, a “desposarse con el mundo al servicio del Dragón y haciéndole la guerra a los hijos de la otra Mujer”, de la otra Iglesia, “quienes son los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús”(12, 17) y a poner a la iglesia falsa, finalmente, al servicio de la Bestia, es decir, del Nuevo Orden y Gobierno Mundial.

Bajo el signo de Pedro Romano quedará patente a la vista de todo el mundo el desgarrador y penosísimo cisma de la Iglesia. No se piense que esta división tiene lugar ahora, sino que ya por un largo tiempo, desde principios de siglo, con las ideas del modernismo y el siniestro, oculto y diabólico proyecto de la masonería se ha ido minando, poco a poco, pero consistentemente, los cimientos de la Iglesia. Por eso en La Salette primero y en Fátima y Garabandal después, solo por citar estas manifestaciones, la Santísima Virgen vino advirtiendo cuál sería el futuro de la Iglesia si no había una auténtica conversión de corazón y se continuaba por el camino de la desviación doctrinal, moral y espiritual, que estaba llevando a muchos sacerdotes, obispos y cardenales a caminar por el ancho sendero de la condenación eterna.

Hoy existe un cisma virtual, una Iglesia dividida que alcanzará su clímax con el enfrentamiento de los dos Papas. Este cisma será muy particular, pues todo apunta, de acuerdo al análisis minucioso y detenido de las profecías, a que del mismo cónclave surja la división que hará que cada grupo de cardenales nombre a su propio Papa. Es decir, al no ponerse de acuerdo y al haber división, los cardenales fieles a Cristo, a Su Doctrina y a Su Ley nombrarán al Papa legítimo que el Espíritu Santo les inspire; el otro grupo de cardenales, de espíritu masónico, se juntarán también y no les importará si se ha nombrado a otro Papa, ellos nombrarán al suyo bajo su compromiso con la serpiente, a quien realmente sirven, y entonces la Iglesia tendrá dos Papas. Parecía que este hecho iba a suceder a la muerte de Juan Pablo II, pero tal y como se ha constatado en la elección de Benedicto XVI, esto no sucedió por ahora. El voto expresado por una mayoría importante de cardenales a favor del Cardenal Ratzinger no indica, como pudiera pensarse, que la Iglesia es modelo de unidad y concordia. Más bien, la fuerte presencia del extraordinario Pontificado de Juan Pablo II contribuyó a mantener cierta cohesión entre los cardenales y evitar que las fuerzas antagónicas se rebelaran abiertamente para que se diera el cisma en este momento, ya que la memoria reciente de Juan Pablo II no lo merecía. Pero tenga el lector por seguro que los enemigos de la Iglesia están en su interior y no cesarán en su proyecto de tener un Papa de acuerdo a sus intereses. Incluso y como mera especulación, no es remoto pensar que se haya elegido al Cardenal Ratzinger bajo ciertas condiciones, como quizá, por ejemplo, que al llegar a los 80 años presentara Benedicto XVI su renuncia. Conste que es una hipótesis.

Algunas Profecías

Ha habido innumerables profecías privadas a místicos y santos que han revelado esta apostasía en la Iglesia en el final de los tiempos, y el surgimiento de una falsa iglesia y un falso Pastor.

La beata Ana Catalina Emmerick, religiosa agustina y que sufrió los estigmas de la Pasión en su cuerpo, el 13 de mayo de 1820 tuvo la siguiente visión:

“Ví una fuerte oposición entre dos Papas… y ví cuán funestas serían las consecuencias de esta falsa iglesia… esto causará el cisma más grande que se haya visto en el mundo”.
“…Cuando esté cerca el tiempo del reino del Anticristo, aparecerá una religión falsa que estará en contra de la unidad de Dios y de su Iglesia. Al acercarse más el fin de los tiempos, más se extenderán las tinieblas de Satanás en la tierra y mayor será el número de los hijos de la corrupción, mientras que el número de los justos disminuirá proporcionalmente”.
Mensaje de la Virgen a Agnes Sasagawa en Akita, Japón, 13 de octubre del 1973:

“Lo que predije en Fátima está en proceso de cumplirse. La obra del diablo se infiltrará incluso al interior de la Iglesia de tal modo que se verán cardenales contra cardenales, obispos contra obispos”.

Extracto diplomático según las palabras que la Virgen de Fátima le reveló a Lucía el día del Milagro del Sol, publicadas en el periódico Nueva Europa de Stuttgart, Alemania, bajo el título “El Porvenir de la Humanidad”:

“Satanás ha llegado hasta los más altos puestos y logrará introducirse hasta las más altas cumbres de la Iglesia… los cardenales se opondrán a los cardenales, los obispos contra los obispos y los sacerdotes contra los sacerdotes. Satanás se introducirá dentro de sus filas. En Roma misma habrá grandes cambios… la Iglesia será oscurecida y el mundo precipitado en la confusión”.

Mensaje a la mística religiosa británica Sofía María Gabrielle, en la que la Santísima Virgen le revela la esencia de lo que Ella profetizó a los niños en Fátima expresado en tres palabras: “Dos papas rivales”. Y le dijo que “habría una gran crisis en la Iglesia, centrada en el Papado vaticano, en la que la Iglesia quedaría dividida en dos bandos”.

En la misma línea están los mensajes recibidos por la ortodoxa griega Vassula Ryden. Se creía que muchas de las revelaciones hechas a esta vidente ortodoxa-griega se referían a Juan Pablo II. Ahora, es claro que la mayoría están reservadas para el Papa Pedro Romano. Sobre el Papa ilegítimo e impostor, el Señor le dice: “Conspiración y traidores van juntos: uno que comparte mi mesa se está rebelando contra mi… ellos tendrán que quitar la Silla de Pedro y al que se sienta en ella” (3 de octubre de 1994). Aquí se refiere a la necesidad de quitar a costa de lo que sea al Papa legítimo. “Él (el Papa ilegítimo e impostor) con sus seguidores están decididos a colocarse en Mi Trono y a regir el mundo vestidos de profetas” (27 de mayo de 1993). Y en marzo 18 de 1993, a Vassula le revela claramente el cisma:

“Obedeced a Mi Papa. No importa lo que surja… si alguno cruza vuestro camino y os dijese: vuestra fidelidad que profesáis por este Papa (legítimo) cambiadla por este fuerte movimiento (falsa iglesia), no cambiéis”.
“Un traidor atará Mi Ley y Mi Tradición y someterá el pilar que me honró en occidente; tendrá lugar un censo sin consultarme” (4 de octubre de 1994).
“Vuestro pastor será golpeado… sin embargo obedezcan a este pastor, pase lo que pase permanezcan fieles a él y no a ningún otro” (3 de octubre de 1994).
Pero lo que ahora nos interesa puntualizar es el plan que Dios tiene para que antes de que el Papa legítimo sea aplastado y destronado por parte del Papa impostor y sus seguidores, lo una con su Casa del Este. Es decir, cuando esté en su apogeo la apostasía con el Papa falso, dice el Señor a Vassula:

“Mi Ciudad de la orilla Oeste (Iglesia Católica Fiel) será asaltada por el destructor con gran violencia… y mientras esto sucede ante vuestros ojos, estallará una chispa desde el Este, se tenderá una mano leal desde el Este, para defender Mi Nombre, Mi Honor y Mi Sacrificio. Mientras que las blasfemias estén brotando a chorros de la boca de la bestia (Papa impostor), se ofrecerá un corazón desde el Oriente para salvar a este Hermano (Papa legítimo) que será la presa del maligno” (3 de octubre de 1994).
Y concluye diciendo el Señor: “Mi ardiente deseo es que Oriente y Occidente se encuentren. Necesito que esos dos pilares de Mi Iglesia se unan… desde el Oriente apresuraré un corazón generoso que, en su lealtad, sellará un pacto de paz con el Occidente… un traidor atará Mi Ley y Mi Tradición y someterá al pilar que me honró en Occidente… sus corazones están decididos a suprimir este pilar antes de que Yo lo una con el pilar de la Iglesia de Oriente y consolide Mi Casa tambaleante; están decididos a heredar lo que no les pertenece” (5 de octubre de 1994).

Lo anterior significa que en el cisma el Papa ilegítimo irá adquiriendo más y más poder y autoridad y su meta será, desde luego, hacer a un lado al Papa legítimo a costa de lo que sea. La Iglesia verdadera estará seriamente disminuida en número de fieles, y la mejor forma de aniquilarlos será asestando un golpe mortal a la cabeza, de ahí las palabras del Profeta: “Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas” (Zc 13, 7). Pero antes de que el impostor logre su cometido, nuestro Señor quiere que la cabeza de la Casa del Oeste, el Papa legítimo, se una con la Casa del Este (Iglesia Ortodoxa) quienes juntamente con el Papa denunciarán al saqueador. Esta unidad de las Iglesias será muy importante, y como veremos más adelante, tendría lugar plausiblemente el mismo día del Gran Milagro de Garabandal. Así entonces, la Iglesia verdadera, la que dará a luz un hijo varón, unidas ya las ramas de Oriente y Occidente representan a la Mujer “a la que se le dieron las dos alas del águila grande para volar al desierto, a su lugar, lejos del Dragón, donde tiene que ser alimentada por un tiempo, tiempos y medio tiempo” (Ap 12, 14).

Entonces, la profecía de los Papas y de Malaquías llega a su cumplimiento y tiene ahora una luz especial para comprenderla, pues se habrá dado fin así a la sucesión de los Papas de la Iglesia de Roma, pero la Iglesia seguirá viva y fortalecida para la gran prueba, y pasado su tiempo en el desierto encontrará el lugar que Dios le tiene destinado para el futuro, donde Cristo se constituirá el único Señor de Cielos y tierra a través de sus Papas, de sus sucesores, de sus vicarios, pero ya no de Roma, sino de la Nueva Jerusalén, el lugar en la tierra en que Dios decida establecer Su Iglesia.

“En la última persecución a la Santa Iglesia Romana, ocupará la silla Pedro Romano, que habrá de apacentar sus ovejas padeciendo muchas tribulaciones, pasadas las cuales la “ciudad de las siete colinas” será destruida y el juez tremendo vendrá a juzgar a su pueblo”.
En Resumen:

Enfrentamiento entre dos Papas, lo que provoca una división en la que la Iglesia queda dividida en dos bandos;
División de cardenales contra cardenales, obispos contra obispos, sacerdotes contra sacerdotes y laicos contra laicos;
El Papa verdadero será nombrado en un cónclave válido y el falso será nombrado en un cónclave ilegítimo. Nuestro Señor dice a Vassula que “por medio de la fuerza y la traición invadirán su casa; y que habrá un censo (cónclave) sin consultarle” (3 de octubre de 1994);
Todo cónclave sólo se da este después de la muerte o renuncia válida del Pontífice reinante. Por tanto, la Iglesia sufrirá la división en el mismo cónclave. ¿Cuándo? Necesariamente al término de este pontificado de Benedicto XVI;
El cisma será sumamente sutil. Es decir, la elección de ambos Pontífices ante los ojos del mundo y de la misma Iglesia parecerá legal. De inicio no quedará claro quién es el verdadero Papa y cuál es la Iglesia Verdadera; de ahí que la confusión será verdaderamente grande. Al principio, ambos Papas seguirán las reglas de la Iglesia y parecerán auténticos y verdaderos. Pero con el tiempo el Papa ilegítimo irá revelando su verdadera cara de herejía y apostasía;
El Papa ilegítimo encabezará una falsa iglesia, y el legítimo será la cabeza de la Iglesia verdadera por lo que necesariamente se dividirá la Iglesia, aunque ambas proclamarán ser la Verdadera Iglesia Católica;
El falso Papa, cabeza de la falsa iglesia, irá paulatinamente en contra de los Dogmas de la Iglesia y particularmente en contra de la Santísima Virgen. Esto traerá un gran alejamiento de los fieles a la verdadera fe y verdadera Iglesia, lo que preparará la aparición posterior del Anticristo;
El Papa falso tendrá a la postre mayor fuerza y reconocimiento mundial; es decir, la mayoría de los católicos se irá con este Papa falso, cabeza de la iglesia falsa, pues su filosofía será humanista y conforme a las máximas del mundo; es la iglesia que proclama un nuevo cristianismo fruto del espiritualismo masónico, sancionada por el último Papa, ya convertido a los ideales masónicos.
El Papa verdadero y la Iglesia verdadera se distinguirán fundamentalmente por dos signos: la Virgen María y la Eucaristía;
El que quiera entender, que entienda.

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