Adolf Eichmann
Corre libre el viento por nuestras llanuras,
eterno bate el mar vivo nuestras playas.
El hombre fecunda la tierra, la tierra da flores y frutos:
vive con dolor y alegría, espera y teme, procrea dulces hijos.
…Y tú has llegado, nuestro precioso enemigo,
tú, criatura desierta, hombre rodeado de muerte.
¿Qué sabrás decir ahora, frente a nuestra asamblea?
¿Jurarás por un dios? ¿Cuál dios?
¿Saltarás en el sepulcro alegremente?
¿O te lamentarás, como al fin se lamenta el hombre laborioso
al cual la vida le fue corta para su arte demasiado larga,
de tu triste tarea no cumplida,
de los trece millones aún con vida?
¡Oh! hijo de la muerte, no te deseamos la muerte.
Que puedas vivir tanto como nadie jamás ha vivido:
que puedas vivir insomne cinco millones de noches,
y te visite cada noche el dolor de los que vieron
cerrarse la puerta que impide el camino del regreso,
crecer las sombras en torno, cargarse el aire de muerte.
(20 de julio de 1960) Ad ora incerta. PRIMO LEVI.
“Mi estado natural es el de no escribir poemas -dice- pero de vez en cuando llega esta curiosa infección, como una enfermedad exantemática, que produce un rush. En un momento determinado uno se encuentra en el cuerpo la esencia de un poema, el primer verso o un verso, luego sale el resto. A veces se sostiene, otras veces lo tiro, pero es un fenómeno que no entiendo, que no conozco, que no sé teorizar, del cual rechazo incluso el mecanismo. No forma parte de mi mundo. Ese modo de producir a fuerza de arrebatos me desconcierta. Y, de hecho, he escrito treinta poemas en cuarenta años”. El que sigue es uno de ellos:
domingo, 1 de febrero de 2009
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