LA DEMANDA DE PROSTITUTAS CAYÓ 50% EN 2009
Una crisis de la gran puta
El gremio indicó que cada vez hay más meretrices y menos clientes, quienes les piden tarifas económicas y reducen su frecuencia de "visitas". 17.02.2009
La trabajadora sexual Elena Eva Reynaga afiló el lápiz y lanzó la sentencia: “Con la desocupación, el trabajo de las compañeras se redujo a la mitad”. Así, la titular de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR), integrante de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA), confirmó a este diario que desde que la crisis internacional contrajo la economía, la calle se puso dura para todos por igual.
Este verano, el escenario es el peor: a pesar de que hay menos demanda, cada vez son más las mujeres y los hombres con problemas de trabajo que recurren al mercado del sexo para poder sobrevivir. “Lo que pasa es que la gente se queda sin trabajo y no consume. Y encima hay cada vez más oferta de chicas porque no encuentran otro trabajo. En Capital, por ejemplo, muchas limpian casas por horas o se buscan otra cosa para complementar y parar la olla. Ya pasaron los tiempos en los que estábamos con la cartera llena de plata”, describió Reynaga y analizó el proceso que empeoró desde diciembre pasado: un sostenido incremento de la oferta sexual acompañado por una merma muy notable de clientes, mucho sexo virtual y muy poco sexo real. ¿El resultado? La reducción de las tarifas y, en consecuencia, del ingreso que reciben quienes se dedican a esta tarea. “Hoy hasta para limpiar te piden que sepas computación. Exigen demasiado y las chicas buscan otras salidas. El tema es que el trabajo sexual te da bastante autonomía. Nosotras paramos y volvemos a la hora que queremos y eso es importante para las que somos jefas de hogar”, explicó Reynaga.
PEOR QUE EN 2001. Tanto las trabajadoras sexuales como los clientes así como los dueños de departamentos privados que ofrecen sus servicios en el rubro 59 coinciden en que éste ha sido el verano más difícil. “Esta temporada fue peor que en la crisis de 2001 y 2002, cuando casi no había laburo”, cuenta el dueño de un viejo local nocturno del centro porteño que aceptó entregar su mirada sobre el oficio. Para este testigo de la noche porteña, “lo único que salvó el deterioro de 2001 fue la devaluación del peso, porque todos los bulos se llenaron de turistas, pero ahora, además de que hay pocos turistas, los clientes están arrugando mucho, ya no quieren gastar”, se quejó.
Una decena de masajistas que trabajan en departamentos y publican regularmente en diarios y páginas web identificaron la merma con la misma cifra. “Bajó un 50%, y si bien siempre cae en el verano, éste fue mucho peor acá y en la costa. Ahora los clientes vienen cada muerte de obispo. Muchos se quedaron sin trabajo o tienen miedo de perderlo y directamente no vienen”, cuentan las chicas. “Nosotras nunca preguntamos nada a nuestros clientes, pero sabemos que la mayoría de los que vienen son comerciantes. La noche está bastante muerta. ¿Cómo nos damos cuenta? Es fácil. Vienen a vernos al mediodía”, confiesa Valeria. Sin embargo, al igual que sus compañeras, tiene la esperanza de que la crisis afloje: “Por ahora no nos buscamos ningún laburo alternativo. La seguiremos peleando acá y veremos qué pasa en marzo”.
UNA GANGA. A pesar de que Buenos Aires es reconocida como una de las ciudades del país con mayor oferta de sexo, en el interior la caída también supera el 50%. En La Plata, Susana Martínez, a cargo del Hospital de Prostitutas de esa localidad, confirma el deterioro: “Aumenta todo y hay muy poca guita en la calle. Cada vez son más las quejas de que no hay laburo. Acá vemos muchas chicas que tienen dos o tres pibes y la pasan más difícil que de costumbre”. Pero cuando el dinero merma todos tironean el doble. “Lo que está pasando ahora es que el comisario se abusa y cobra más, entonces las chicas tienen menos plata para pagar avisos y esas cosas”, explicó.
En el mundo de la prostitución masculina la situación es similar. Javier tiene 24 años y desde hace un año y medio trabaja como taxi boy en Barrio Norte. “Volví de viaje hace dos meses pues me fui a trabajar afuera porque acá estaba difícil. Cada vez hay más hombres en el negocio porque no consiguen otros trabajos y la cosa está más repartida.” Para él, hay grandes diferencias con las chicas. “No es tan fácil: hay que pagar gimnasio, departamento y otros gastos para mantenerse bien estéticamente. Hay como 300 o 400 chicos trabajando. Poner un aviso en internet sale 500 pesos, y pagar un anuncio en un diario pesa lo mismo. Pero rinde muchísimo”, dice Hernán. “Yo atendía cuatro clientes por día y ahora tengo dos con suerte. Estaba acostumbrado a hacer 1.000 pesos diarios y tuve que reducir todo”, se lamenta. Sin embargo, la peor parte se la llevan los amateurs. Desde AMMAR no ocultan su sorpresa por la cantidad de gente que se lanzó a trabajar por primera vez. “Eso es delicado –dice Roxana–, llegan, invierten lo poco que tienen, cobran muy poco para sobrevivir, se terminan enfermando. O alguien hace algo y nos respeta, o esto será cada vez peor”, advirtió.
lunes, 23 de febrero de 2009
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