1.
Nada más llegar a Cannes encuentro un comentario del crítico de El País, Carlos Boyero, en el que para manifestar su desilusión por “Tetro”, la última película de Coppola, dice textualmente: “alguien me comentaba que en muchos aspectos “Tetro” da la sensación de que Coppola está imitando el estilo y el tono del peor Almodóvar. No exagera. Ver para creer”.
Semejante afirmación me pone alerta de lo que pueda venir a continuación durante el festival, de parte de este crítico y del Jefe de Cultura de El País, Borja Hermoso, su ilustre colega-escudero desde hace años.
Cuando afirmaba que en Francia me tratan mejor que aquí no quería generalizar, pero Borja Hermoso se encargó de distorsionar mis palabras. Yo estaba respondiendo a la pregunta de un periodista español, testigo impresionado de la buena reacción de la prensa internacional ante mi película. No estaba haciendo una declaración de principios, respondía lo obvio (Francia es el lugar donde más dinero dan mis películas, aunque estén mayoritariamente subtituladas) pero sin acritud con nuestro país y el modo en que se me trata aquí. Con mi respuesta me estaba refiriendo justamente a la actitud de Boyero, y al estilo macarra del que hace gala el Jefe de Cultura del principal periódico de nuestro país.
Algo que tanto uno como otro no han hecho sino confirmar día tras día, por eso les dedico esta crónica, y por otras razones, algunas de ellas descritas a continuación.
Respecto a la mención anterior, mi única sorpresa es esa extraña muestra de pudor de Boyero utilizando el indefinido “alguien me comentaba…”. Cuando leo u oigo “alguien me ha dicho, o me ha comentado…” como preámbulo de cualquier barbaridad, pienso inevitablemente en el periodismo basura. Es uno de sus latiguillos.
2. Día 19.
En la ventanita de la versión digital de El País, desde la que habla directamente ante Borja Hermoso, Carlos Boyero resume así, en plan primicia, su crónica sobre el pase de prensa de mi película y la posterior rueda de prensa: “No soy masoquista, no quiero ver otra vez “Los abrazos rotos”.
A mí me importa un comino si Boyero es o no masoquista, si tiene un testículo o cuatro, o la marca de crema hidratante que utiliza. Ya que le pagan para que informe de las películas que compiten en el festival (aunque haya visto alguna antes, no puede conocer la reacción de la prensa si no asiste a la proyección), el hecho de no ser masoquista no debería eximirle de esta obligación.
Volviendo a “la ausencia de masoquismo como una de las principales virtudes de un periodista”, supongo que lo que Boyero quería decir es que él ya había criticado la película en su estreno en España, y que la reacción de la prensa internacional realmente se la suda. El problema es que Boyero no escribió una crítica de “Los abrazos rotos”. Al texto que esbozó en su periódico se le puede calificar de cualquier cosa excepto de crítica cinematográfica. Un hombre que emplea el 75 por ciento del espacio para despotricar sobre mi persona (lo que ni siquiera es una novedad, porque lleva casi treinta años haciéndolo), y alrededor del 25 por ciento para despachar la película diciendo cosas como que la interpretación de los actores es “inane y lamentable” (dos de sus adjetivos favoritos) sin mostrar un solo ejemplo que nos ayude a entenderle... Un texto en el que casi no habla de la película y por supuesto no aporta la más mínima razón en la que basar el tedio infinito que le provoca… Un texto así no es una crítica. Es una no-crítica. Y justamente cuando alguien expresa una declaración de tamaña hostilidad hacia mí lo último que su periódico debe hacer es encargarle la crítica o lo que sea de mi última película, si pretende respetar el principio de imparcialidad. Él tiene todo el derecho a escribir su opinión, pero debería publicarse en otro apartado del periódico. Es una impostura llamarle y pagarle como si fuera una crítica, porque no lo es.
Con esto ni siquiera le estoy acusando, él es como es, para él la palabra crítico hay que entenderla como un seudónimo, no como una profesión. El responsable de la publicación es su Jefe de Cultura que, casualmente no es otro sino su colega Borja Hermoso. Es curioso que Borja Hermoso sólo haya permanecido en Cannes los cuatro días, más o menos, que han coincidido con mi estancia allí. En cualquier caso, su función (le he leído lo imprescindible para poder escribir esto con algo de fundamento) parece haber sido la de apoyar a su amigo Carlos Boyero en esta operación de acoso y derribo parásito en la que llevan empeñados tantos años (por razón de edad más Boyero que Hermoso). Pero dada la connivencia de ambos sujetos la dirección de El País carga con toda la responsabilidad, del mismo modo que los obispos son responsables de lo que Federico Jiménez Losantos escupe en la Cope.
Volviendo a España, y su prensa. No hacía falta consultar la extranjera, en el festival también había corresponsales de El Mundo y de Abc y sus crónicas respecto a la presencia de “Los abrazos rotos” distan mucho de las de Boyero y Borja Hermoso.
En la ventanita digital, instigado por su Jefe de Cultura, Boyero sigue despotricando contra mí y mi película. Al día siguiente, en la versión escrita, modera un poco su tono para explicar que no dispone de tiempo para asistir a todas las proyecciones, porque es humano, y tiene que dar descanso a su cuerpo estragado por ver tal cantidad de malas películas (esto lo añado yo), destaca en negritas que Cannes no rompe su abrazo conmigo… chorradas. Yo había llamado esa misma tarde al director de su periódico para quejarme, no conseguí hablar con él pero me encargué de que su secretaria le dijera que iba a escribir algo sobre este maldito asunto. Hubiera preferido escribirlo entonces, en caliente, y no a vuelapluma, pero no he podido hacerlo hasta ahora. Durante el festival he empleado el tiempo en menesteres más provechosos.
Desgraciadamente, este es un problema (Boyero y su distorsión fanática de la realidad contra mi persona y mi trabajo) que viene de lejos. En el año 2004 los hechos ocurrieron casi del mismo modo que ahora, en el mismo marco incomparable, sobre las mismas alfombras rojas y en las mismas circunstancias. La gran diferencia era que Boyero y su colega trabajaban para El Mundo, y el crítico de El País, era el siempre recordado y añorado Ángel Fernández Santos. Y claro, no hay color.
3. FESTIVAL DE CANNES 2004.
Aquel año “La mala educación” había sido elegida para abrir el festival. Era la primera vez que una película española disfrutaba de semejante distinción. Y no era una simple inauguración, el festival, por primera vez en su historia, le robó al Presidente del Jurado parte del guión, la frase más importante, aquella de “Y en este momento queda inaugurado el festival de Cannes”. Quentin Tarantino no pudo pronunciarla porque el director del festival y su presidente habían decidido que aquella apertura fuera un homenaje a mi cine, a mis actrices, en definitiva al cine español.
Era una sorpresa que me tenían reservada. Yo estaba en el escenario, respondiendo a una nerviosa y sudorosa Laura Morante, que oficiaba de presentadora del evento, cuando anunciaron la entrada de cinco actrices españolas: Ángela Molina, Marisa Paredes, Victoria Abril, Carmen Maura y Leonor Watling. Ellas serían las encargadas de decir la famosa frase, y cada una lo hizo en un idioma distinto, recuerdo que a Victoria le tocó decirlo en chino.
Se lo comenté emocionado a mi hermano. Yo no pensaba en mí. Pensaba en Borau, en Jaime Chávarri, en Gutiérrez Aragón, en Luis Buñuel, en Jaime de Armiñán, en Alex de la Iglesia, en Agustí Villaronga, en Gonzalo Suárez, en Carlos Saura, en Díaz Yanes, en Enrique Urbizu, en Vicente Aranda, etc., en todos los directores que habían trabajado con alguna de las cinco actrices españolas que tan bien nos representaban a todos.
A través de “La mala educación” y convocando a cinco actrices esenciales en mi trayectoria, el festival estaba rindiendo un generoso tributo a nuestro cine, a nuestra cultura, a nuestra lengua.
Ya se sabe que a los franceses les gusta hacer las cosas a lo grande. Todavía me tenían reservada otra sorpresa: la fachada del Ayuntamiento de la ciudad estaba cubierta por una foto mía, un primer plano, cuando todavía era moreno, tomada en una edición anterior del festival. Cuando vi aquello me quedé tieso. Era realmente desmesurado. Nadie podía negar que los gabachos se habían esforzado por complacerme. Y yo, agradecido. ¿De qué otro modo iba a estar?.
Lo que vais a leer es la reacción de Carlos Boyero ante semejante “fechoría”.
4. Indigestión almodovariana.
Jueves. 13 de Mayo de 2004. Diario El Mundo.
“Francia demuestra, una vez más, su pasión por el director de cine manchego Pedro Almodóvar, que este año dejó fría a la prensa… en tu recorrido por todos los escaparates de Cannes es imposible librarte de la presencia de este renacentista creador nacido en La Mancha… al que le falta poco para que afrancesen su apellido y le hagan hijo natural o adoptivo del país que pretende encarnar desde sus ancestros todas las cimas y esencias del gran arte.
Verás el careto (odio esta palabra dicha en la actualidad) internacional de Almodóvar en todas las revistas, en las cadenas de televisión, en las galerías de la FNAC, e incluso sí, huyendo de este icono cultural… te vas a cenar a cualquiera de los restaurantes del puerto y levantas la vista del plato, descubrirás que un inmenso mural con una fotografía de su codiciada presencia te está observando desde la fachada del Ayuntamiento….”
Que juzguen los lectores (ahora soy yo, Pedro, el que escribe). ¿Creen ustedes que los comentarios de Boyero-2004 demuestran una buena, o por lo menos, neutral actitud, ante la presencia de un cineasta compatriota que no ha diseñado la fachada del Ayuntamiento, ni la de la FNAC, ni el resto de las tiendas, y cuyo máximo pecado es haber sido seleccionado para abrir el festival y haber sido, perdón por la redundancia, agasajado por ello?
Cuando decía que en Francia me tratan mejor que aquí me refería a ejemplos como éste, no al homenaje (aquí me han hecho muchísimos, igual o más emocionantes), sino a la mezquindad de algunos periodistas como Boyero cuando les toca informar sobre ello.
Pero volvamos al 2004
En su artículo para El Mundo, y en esta ocasión sí se encargó de ir a la proyección de “La mala educación” para la prensa, tal vez no tenía a mano a Borja Hermoso, Boyero continúa su crónica más o menos… (no voy a ponerla entera para no aburrir): “…después de esta sobredosis almodovariana, imaginas que al finalizar la proyección para la prensa de “La mala educación” las ovaciones… van a hacer temblar la estructura arquitectónica del edificio, pero insólitamente lo único que percibes es un silencio terrorífico…”. En otro artículo se explayaba sobre la reacción gélida y el fracaso de la película ante los medios extranjeros.
5.
Ese mismo día, en un tono muy distinto, Ángel Fernández Santos titula su crónica “Un profeta fuera de su tierra”. El artículo anticipa que ya (cito textualmente) “…han saltado a la luz algunas respuestas críticas a la película y las hay de muy alto calibre profesional, ese tipo de comentarios críticos cuya seriedad y solvencia impregna y ennoblece la película criticada…” Continúa así: “…La acogida en la sesión destinada a la prensa internacional fue silenciosa. No hostil… Más que fría, perpleja.”
En su crónica del día siguiente, Ángel Fernández Santos seguía escribiendo para El País: “Suenan los primeros comentarios críticos, muy elogiosos, para “La mala educación”, de Almodóvar”.
A diferencia del actual crítico, que por no buscar otras opiniones no fue ni siquiera a la proyección de la película, Ángel Fernández Santos, además de cumplir con la crónica del estreno del día, “Shrek”, le sobró tiempo para darse una vuelta por los kioskos y comprar los periódicos, leerlos y enterarse de lo que entrañaba aquel perplejo silencio del día anterior: “…las primeras críticas que la han puesto por las nubes son las de Libération y Le Nouvel Observateur”.
Hace mención también a las “estrellitas y palmitas” que aparecen en un panel de Le Film Français y donde me adjudicaron cuatro Palmas, la máxima calificación, las mismas que he cosechado ahora con “Los abrazos rotos”. De hecho, hasta el último día, lo cual demuestra que esto de las estrellitas de los críticos sólo nos da morbo a los que estamos allí, pero no es significativo de nada más, mi película del 2009 era la segunda en la consideración de los críticos, después de “Un prophète” de Jacques Audiard, favorita absoluta de este año, y ganadora del Gran Premio Especial del Jurado. La ganadora de la Palma de Oro estaba sensiblemente menos considerada que las nuestras. Casualmente, “El Lazo blanco” de Michael Haneke es una de las pocas películas que pude ver y reconozco que yo también le habría dado la Palma. Creo que es una obra maestra, que impulsa a una larga e inédita reflexión sobre uno de los grandes males del siglo pasado, el nazismo. En esta película sí que se muestra con una claridad prístina el huevo de la serpiente.
Volviendo a Ángel Fernández Santos y su crónica del día siguiente (imprescindible crónica, la del día siguiente! Boyero, si uno va de honrado. Y no me digas que Borja Hermoso hizo este año el mismo recorrido que Fernández Santos. En efecto, compró los periódicos y los leyó hasta encontrar los comentarios más negativos sobre mi película, y alguno encontró. Por supuesto. Y esos son los que sacó en su blog del modo más tendencioso. Después le mostraré otros comentarios que él obvió con la peor y más babosa intención. De cualquiera de mis 17 películas encontraréis comentarios y críticas a veces atroces, en todas las lenguas. Con excepción de “Mujeres…” y “Volver”, donde fueron extraña y unánimemente buenas, todas han recibido alguna mala crítica, incluso de mi admirado Fernández Santos, no vayan a creer).
Ángel Fernández Santos aludía a Le Monde: “La mala educación cuenta cosas terribles… que se articulan en una intriga de precisión aterradora… Almodóvar se ha convertido en un guionista impresionante…”.
En Cahiers du Cinema: “…una obra con la coherencia y la exigencia intactas, más tensa y compleja que “Todo sobre mi madre”… asume más riesgos con el mismo acierto que sus predecesoras… Premiere, decía: “En La mala educación todo es negro, como la autodestrucción, la identidad rota, la muerte… pese a su siniestro ambiente, el deseo y la pasión trazan en ella líneas de huidas vitales que proporcionan al filme su energía feroz…Almodóvar muestra un rigor implacable que nos remite a las obras americanas de Fritz Lang. Más que nunca en el director de “Hable con ella” el fuego quema por dentro…”.
Estos comentarios eran la materia que entrañaba el silencio de la gélida acogida, de la que tanto disfrutó Boyero hace cinco años, y que le hizo condenar a “La mala educación” a un fracaso francés que sólo existió en su imaginación.
6. CANNES 2009.
Con una diabólica simetría, que me hace pensar en la intervención divina, Borja Hermoso lleva a cabo un ejercicio malabarista, similar pero opuesto al de Ángel Fernández Santos. Hermoso sí asistió a la proyección de prensa, donde no sólo no hubo un silencio aterrador, sino aplausos al final, algo que en estas proyecciones suele ser excepcional. Malmetió cuando atendí a los medios españoles con lo de “En Francia me tratan mejor que en España, etc,” Pasó de comprar en los kioskos, o si las compró no las mencionó porque eran positivas, las críticas de Studio CineLive, Premiere, Télérama, Le Nouvel Observateur, L’Express, Les Inrockuptibles, etc… y se dedicó a entresacar la crítica de Le Monde que en efecto es negativa, y la de Le Figaró, que también. Y tuvo que hacer un trabajo de pasamanería para que la de Libération resultara una mala crítica, porque no lo es, si se la lee hasta el final…
La crítica de Libération empieza haciendo un paralelismo con el director ciego de mi película: “Con los ojos completamente cerrados, Almodóvar no quiere ver que el mundo ha cambiado y su cine también”. Estoy de acuerdo (mi ceguera no es permanente, pero a veces me quedo colgado en un flash back de mi propia vida), y no lo encuentro negativo. Continúa Libération, versión Hermoso: “Que se ha evaporado el tiempo en que quedaba bien en recurrir a la Movida…”, hasta aquí la cita en el blog de Hermoso, pero el crítico de Libération sigue diciendo (Borja no lo tradujo, porque no le convenía a su imparcialidad):
“Lo que no impide tener magníficas bocanadas a cambio. La película se da el formidable gusto de inventar una escena inédita de “Mujeres al borde…” o más bien de su adaptación “Chicas y maletas”. Diego, el joven ayudante de Harry, al verla la encuentra hilarante. Y no podemos sino aprobarlo… En esta película laberíntica… Penélope Cruz es un chorro de oro bellísimo del que el infernal Pedro obtiene lo que ninguna producción de Hollywood le sacará jamás: sonrisas particulares, lágrimas inéditas y sobre todo un humor que se burla de su imagen oficial… Es como para no creerlo lo poco que la hemos visto así… A día de hoy, Lena es su mejor personaje. A la vez hilo de Ariana y navegante que nos guía hacia la ciudad de los muertos…”.
Esto es lo que el pérfido Hermoso nos hurta con su cita incompleta del diario Libération.
Tampoco se molesta en acudir a una revista del gremio, Studio CineLive. Después de que el crítico Xavier Leherpeur cuenta por encima su intrincado argumento, dice así: “…un mínimo decoro nos obliga a interrumpir esta visita guiada para dejar al espectador aventurarse en esta ramificación novelesca, en esta nebulosa que une dos épocas. Llevada a la cumbre del éxito por una realización cuyo rigor en la ejecución y la belleza gráfica encuentran una prolongación emocional en la excelente actuación de un casting de excepción. Una maravilla de inquietante sensualidad y de turbadora ambigüedad”.
En Les Inrockuptibles, el crítico Serge Kaganski escribe: “….Más allá de esta excelencia cosmética a la que nos tiene acostumbrados, ciertamente admirable pero finalmente al alcance de cualquier equipo técnico curtido, el cineasta manchego inventa sobre todo momentos cinematográficos que quedan impresos de modo perdurable. Nos referimos a la escena en que Lena rompe con su marido (se refiere al personaje de José Luis Gómez, no es marido exactamente) doblando una proyección que él está viendo sin sonido, o al momento en que Lena está en la cama con un hombre escondido bajo las sábanas cuya identidad ignoramos (preludio de una escena de una audacia increíble, en la que el desprecio juega con la muerte), o al último beso de los enamorados en una pantalla de cine que se desmorona…”.
En L’Express, Eric Libiot escribe: “…Almodóvar teje una tela venenosa, trágica, pasional, de una increíble densidad dramática, servida por una mágica Penélope Cruz, que merece todos los premios del mundo y los más vivos besos.
Algo ha pasado, y desafía las leyes de la crítica… de nuevo, como en “Hable con ella”, “Los abrazos rotos” atrapa sensaciones y emociones que yo pensaba que era el único que compartía conmigo mismo…”.
Podría seguir mostrando comentarios laudatorios, tanto franceses como de americanos ilustres, Variety, Time, NY Times, Indiwire o los británicos Evening Standard, The Guardian, etc pero creo que lo anterior ilustra con creces las aviesas intenciones de Borja Hermoso al citar algunas respuestas francesas negativas a “Los abrazos rotos”.
Como dice al principio Libération puede que yo esté ciego. El mundo ha cambiado (de acuerdo, hasta qué punto!) y mi cine también. Mucho! Afortunadamente. Pero si yo represento al director ciego, Borja Hermoso representa a un mediocre aprendiz del villano de la película. Un hombre, el personaje que interpreta José Luis Gómez, que no duda en escoger las peores tomas de “Chicas y maletas” impulsado por los celos y la falta de escrúpulos, para reducir la película a escombros.
Él no lo consigue. Y con respecto a mí, Borja Hermoso sólo se ha puesto en evidencia.
7.
A estas alturas me pregunto, ¿es posible que el diario El País no encuentre a nadie mejor para enviar al festival de Cannes, el festival de cine más importante del mundo? Alguien que ame de verdad el cine, que no se queje de los horarios ni de los camareros franceses, que se excite ante la mera posibilidad de poder ver la última película de Coppola, de Tarantino, Jane Campion, Resnais, Park Chan-Wook, Ang Lee, Haneke, Lars Von Trier, etc., aunque alguna le decepcione, por supuesto. Alguien que disfrute viendo antes que ningún otro cinéfilo las películas de la próxima temporada, que en algunos casos ni siquiera llegarán a nuestras pantallas. Alguien que no reconozca que es subjetivo y prejuicioso (Boyero, dixit). Alguien que si bien no debe estar obligado a hablar bien de las películas de su país, al menos no debería esforzarse denodadamente por hundirlas.
Alguien capaz de ver hasta el final la última película de Abbas Kiarostami (en el último Festival de Cine de Venecia, Boyero tuvo el cinismo de reconocer que no llegó a ver entera la película del director iraní, que se salió antes, sin que ello le impidiera escribir la crítica. Que nadie me venga diciendo que esto es libertad de expresión. Con razón, aquella hazaña mereció la sanción de varios intelectuales, encabezados por el nada sospechoso Víctor Erice, para el cual el gesto del crítico fue un verdadero insulto). Alguien que diga la verdad de lo que ve, de lo que oye, de lo que lee. Es muy sencillo, alguien que disfrute viendo cine y no machacando todo aquello que no es sino la proyección de sus propios fantasmas. Y si sabe adjetivar y no hace gala de un estilo literario macarra y amarillista, pues mucho mejor.
8.
Esta es la crónica más desagradable que he escrito en mi vida. Lo peor es que antes de llegar a Cannes ya había previsto lo que iba a ocurrir. A quienes en su momento hice partícipe de esta premonición saben de lo que estoy hablando.
No pretendo que nadie me apoye, ni me conteste. El mío es un gesto aislado, personal y privado, aunque desgraciadamente lo que antes he descrito afecta a todas las personas que han trabajado conmigo.
Con esto no inicio un diálogo, mucho menos pretendo crear polémica. He permanecido mucho tiempo callado y estoy harto. Vivimos en un país libre. Los críticos y los periodistas no son intocables. Ningún ciudadano debe serlo.
P.D.
“Los abrazos rotos” se estrenó en Francia al día siguiente de su pase por el festival, en el que como saben no consiguió galardón alguno. Hasta el domingo incluido, ha sido la segunda película más vista en París, compitiendo con algunos blockbusters americanos y un estreno local muy esperado, “Venganza”, protagonizada por el ídolo francés Johnny Halliday, dirigida por el oriental Johnnie To, que también compitió en el festival.
Doy detalles:
1. Noche en el Museo 2 (1ª semana. 85 salas)
140.461 espectadores. Cuota de mercado: 18,60%
2. Los abrazos rotos (1ª semana.72 salas)
105.242 espectadores. Cuota de mercado: 13,46%
3. Ángeles y demonios (2ª semana.88 salas)
105.200 espectadores. Cuota de mercado: 13,45%
4. Millenium (2ª semana. 96 salas)
71.155 espectadores. Cuota de mercado: 9,10%
5. Confesiones de una compradora compulsiva (1ª semana. 45 salas)
60.411 espectadores. Cuota de mercado: 7,72%
6. Star Trek (9ª Semana. 47 salas)
34.838 espectadores. Cuota de mercado: 4,45%
7. Venganza (1ª semana. 46 salas)
21.262 espectadores. Cuota de mercado 2,72%
Hasta la próxima.
Pedro Almodóvar
El Comité de Redacción de EL PAÍS sale en defensa de Carlos Boyero y Borja Hermoso
Hemos leído con tristeza los ataques descarnados de Pedro Almodóvar contra nuestros compañeros Carlos Boyero y Borja Hermoso en su blog. Pone en duda que las críticas de Boyero sean tales y tilda a Hermoso, redactor jefe de Cultura de El País, como su “escudero”. Aparte de las referencias de mal gusto, muy respetables para su blog y otras salidas injustificadas de tono, el señor Almodóvar se permite el lujo de comparar a El País con la COPE y la Conferencia episcopal además de atreverse a poner en duda a quién debe enviar nuestro periódico al festival de Cannes.
El Comité de Redacción de El País quiere defender y apoyar sin fisuras a nuestros compañeros y también las decisiones que ha tomado el periódico en este sentido. Olvida Almodóvar mencionar la cantidad de páginas que se han dedicado antes del estreno a su película, ‘Los abrazos rotos’. Desde El País Semanal y las páginas de Cultura, la información y los despliegues que se le han dedicado no le han debido parecer suficientes. Tampoco los artículos elogiosos que le han brindado Gustavo Martín Garzo y otros columnistas y colaboradores. Se centra exclusivamente en las opiniones de Boyero y algunos comentarios de Hermoso en su blog.
Debe saber el señor Almodóvar que la crítica es libre. Que el mismo derecho que él tiene para filmar lo que le da la gana, la opinión que tengan los críticos y el público sobre él es igual de soberana. Se permite el lujo el director a preguntar si nuestro periódico no encuentra a nadie mejor para enviar al festival de Cannes. No es él quien goza de ese criterio, ni de ese poder –pese a los muchos que despliega- de la misma forma que no somos nosotros quienes elegimos el reparto de sus películas.
Afirma el señor Almodóvar que vivimos en un país libre, que los críticos y los periodistas no son intocables y ninguna persona debe serlo. Estamos de acuerdo y si él pretende con esa campaña obsesiva que ha fraguado contra nuestros compañeros y contra este periódico que ellos no lo sean, lamentamos no poder ofrecerle esa satisfacción. Es mejor que se aplique el cuento de su propia frase. Él tampoco es sagrado.
Este periódico ha apoyado históricamente al señor Almodóvar y su magnífica trayectoria. Ha rodado algunas de sus películas en nuestra redacción, algo de lo que nos enorgullecemos. Las rabietas y las pataletas no engrandecen su figura. Su deber es seguir intentando ofrecernos no sólo buenas películas, sino obras maestras como las que se cuentan en su filmografía. El nuestro ofrecer a nuestros lectores la opinión que estas nos merecen, le guste o no al director.
El Comité de Redacción
miércoles, 27 de mayo de 2009
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