Elvira Lindo
Por
©Luis García
Elvira Lindo. Cádiz 1962.
Vive en Madrid desde los doce años. En 1987, empezó a trabajar en la radio como locutora y acabó especializándose en guiones. Fue entonces cuando nació Manolito Gafotas, el protagonista de sus libros. Elvira Lindo ha escrito también guiones para la televisión, para el cine, y ha estrenado en teatro Ley de la selva 1994, una comedia de costumbres. Manolito Gafotas ha sido llevado al cine en dos ocasiones con desigual aceptación. Títulos de la autora: Pobre Manolito 1995, Olivia y las carta a los Reyes Magos 1996, Manolito Catrollos 1996, Manolito Gafotas en la radio (grabación sonora) 1997, Los trapos sucios de Manolito Gafotas 1997., Manolito On the Road 1998, Como Molo: otra de Manolito Gafotas 1998, Todo Manolito 2000, Amigos del Alma 2000, , Yo y el Imbecil 2000, Manolito Gafotas 2000, ¿Quién Mato a Harry? 2000 (Juan Bonilla, Felipe Benítez Reyes, Elvira Lindo), El otro barrio 2000, Tinto de verano 2001.
Introducción.- ¿Es Elvira Lindo la mujer de Antonio Muñoz Molina o Antonio Muñoz Molina el marido de Elvira Lindo. Es posible que la terna resulte un tanto pueril para muchos. Para otros no es mas que un reflejo de las nuevas parejas literarias que han nacido en nuestro país, de las que las más famosas y menos populares son Elvira Lindo & Muñoz Molina y Almudena Grandes y Luis García Montero. Pero si las comparaciones son odiosas, conviene recordar que Elvira Lindo fue monaguillo antes que monje, o lo que es lo mismo, se curtió primero en el competitivo campo de la radio. Allí nació Manolito Gafotas, uno de los más entrañables personajes de ficción de los últimos años. Allí lo vio crecer y allí, finalmente, se le independizó y cobró vida literaria. Se puede decir que a partir de entonces Elvira Lindo perdió el control de su creación. Ya nunca más podría dominarlo a su antojo. Aunque por otra parte, nosotros, los lectores, habríamos de ganar a la que pasa por marcar las pautas de la literatura juvenil de los últimos años.
Luis García.- Elvira Lindo & Manolito gafotas. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?.
Elvira Lindo.- Primero fui yo. En realidad, Manolito era uno de los muchos personajes que yo hacía en la radio, el caso es que lo repetí más veces porque gustaba más y porque yo siempre me divertí mucho haciéndolo, pero mi vida en la radio es mucho más intensa. No sólo he interpretado a Manolito, he presentado también programas en Radio 3, en Radio Cadena, y he trabajado en todos los ámbitos posibles, desde la información sin más hasta la presentación de programas musicales o culturales. Trabajé en la radio muchos años, así que hubiera sido absurdo que sólo me hubiera dedicado a hacer un personaje, en realidad, Manolito era una de las muchas cosas que hacía. Lo que ocurrió es que cuando dejé Radio Nacional, me llamaron de la cadena SER para hacer solamente Manolito los fines de semana, y a mucha gente que no me conocía de mi trabajo anterior debió parecerle que mi única relación con la radio era hacer un personaje.
L.G.- ¿Cómo nació el personaje?. ¿Se inspiró en alguien en particular?.
E.L.- Ya digo, yo presentaba programas, hacía entrevistas, pero siempre me gustó escribir guiones, cuentos para la radio. A veces los interpretaba yo y otras buscaba a locutores para que me pusieran las voces. En el caso de Manolito, fue muy simple: un día debí escribir el monólogo de un niño, y no debí encontrar a nadie que me prestara la voz y la puse yo. A todo el mundo le hizo gracia y lo repetí al día siguiente. Manolito nació por la repetición.
L.G.- No abundan los casos en los que un personaje de Radio, que nació más para ser escuchado que leído, haya dado el salto a la literatura. ¿Sintió vértigo en sus comienzos?.
E.L.- No sentí vértigo en el sentido de que cuando empecé a escribir el libro Manolito era ya un personaje muy sólido en mi cabeza, es como si estuviera escribiendo un libro sobre un niño que conocía a la perfección puesto que llevaba interpretándolo y escribiendo guiones para "él" muchos años. Pero sí que sentí miedo por el hecho de estar casada con un escritor muy conocido y que eso se pudiera interpretar como algo poco serio. Debo decir que la gente cercana, fundamentalmente mi marido, me animaron a desarrollar una vocación literaria que yo tenía de siempre y que sólo había podido ejercer como guionista.
L.G.- Tengo un amigo que siempre la escuchaba, pero que nunca la ha leído, lo que demuestra que tiene muchos más seguidores en la sombra esperando quizás su retorno a las ondas. ¿Será posible algún día?. ¿Volveremos a oír la voz de Manolito Gafotas?.
E.L.- A mí me gustaría que esos oyentes que me escuchaban en la radio dieran el paso a los libros porque aunque Manolito naciera en la radio, para mí, la idea de Manolito siempre fue una idea escrita, nunca me ha gustado interpretarlo improvisando, he seguido todos estos años un guión y lo he seguido con bastante rigor, aunque a la gente le pareciera que todo era muy natural. No era en absoluto natural: yo me ponía el día anterior a escribir un guión que me costaba bastante trabajo y al día siguiente lo interpretaba con mis cinco sentidos para que conseguir toda la gracia, la naturalidad posibles. En cuanto a mi vuelta..., no sé, en realidad lo dejé porque estaba cansada, casi físicamente, no por ninguna otra cosa. Llevaba trabajando todos los fines de semana durante cinco años y eso agota. Pero también me da pena pensar que nunca lo volveré a interpretar. Tengo serias dudas con todo esto.
L.G.- ¿Se los imaginaba a él y a sus amigos El Imbécil, Susanita bragas sucias, etc, como al final fueron en la película?. ¿Le gustó la versión de Manolito Gafotas?.
E.L.- Era difícil de imaginar para mí, pero apoyé la primera película, la que hizo Miguel Albaladejo porque él se metió en el proyecto con muchísimo cariño y respeto por el personaje, y creo que la película es el resultado de mis textos y también de la visión propia de Miguel, es una película muy tierna. En cuanto a la segunda, no me identifico en absoluto, no he pasado de los diez minutos y me pareció espantosa. Parece que hay gente que cuando hace cine para que lo puedan ver niños baja el nivel o pierde el respeto hacia el espectador.
L.G.- ¿Le molesta que la comparen con J.K. Rowling?.
E.L.- No, pero creo que en la comparación hay cierto desconocimiento porque en realidad en lo único que nos parecemos es en que hemos escrito libros para niños y en que, al menos en España, las dos hemos sido un best seller. No hay más, porque mi forma de escribir no tiene mucho que ver con la suya, pero cuando se habla de literatura infantil todo se simplifica. Imagínate que a dos autores de adultos los compararan continuamente por el simple hecho de que los dos vendieran muchos libros, realmente la comparación es escasamente literaria, es puramente económica, y me parece lamentable que sólo se hagan comparación económicas en la literatura para niños porque se desconoce el resto o porque no se tienen más elementos de juicio. Mis libros para niños se parece mucho más a los de Roahl Dahl, que por cierto, es un clásico, que es lo que deseamos ser todos. Yo preferiría saber que mis libros se siguen vendiendo dentro de diez años al hecho de vender ahora muchísimos y que luego el fuego se apague.
L.G.- Soy de la opinión de que si bien nosotros nos criamos y crecimos bajo la sombra de Mafalda y Snoopy, e incluso de El Pequeño Nicolás, nuestros hijos lo hacen bajo la de Harry Potter y Manolito Gafotas. ¿Tiene usted esa sensación?.
E.L.- Es posible. Ojalá. Y es una buena mezcla porque la señora Rowling se dedica al mundo de la fantasía y yo el mundo de la realidad, son dos buenos contrapuntos para una imaginación infantil. Puedo decir ya que hay chicos estudiando su carrera universitaria que tienen como recuerdos de sus lecturas infantiles a Manolito Gafotas. Eso me hace muy feliz.
L.G.- Se han hecho muchas lecturas, muchas interpretaciones de su personaje. Pero sin duda una de las que más me ha llamado la atención, ha sido la importancia que desde algunos círculos se le dio a la figura del abuelo en sus libros. ¿Qué hay de cierto en ello?.
E.L.- Bueno, la figura del abuelo es muy importante en el libro, porque en este libro para niños son muy importantes los adultos, algo que a veces se me ha criticado por la idea de que en los libros para niños deben aparecer ante todo niños. En realidad el abuelo es un poco la mezcla de todas las personas mayores que convivieron conmigo durante la infancia, tíos, tías mucho mayores que mis padres. Yo los adoraba, sobre todo a mi tía Concha, en realidad, a veces el abuelo, ahora que lo pienso, es mi tía Concha.
L.G.- Porque tengo entendido que incluso le llegaron a dar un premio en Francia por el tratamiento que sobre dicho personaje y su relación con su entorno familiar hace en sus libros.
E.L.- No he llegado a ganarlo, he estado propuesta varias veces para ese premio.
L.G.- Pero el abuelo no deja de ser una abuelito convencional, con sus manías y sus rarezas, pero al fin y al cabo como lo son todos aquellos que ya han sobrepasado un cierto umbral.
E.L.- Bueno, no estoy de acuerdo, hay abuelos que pueden tener muy mala leche, además este es un abuelo que vive con ellos, un abuelo del pueblo que se ha venido a la ciudad, eso cada vez es menos común. No digo que sea un personaje muy original, pero yo no pretendo que mis personajes sean originales, sino que sean creíbles, que sean sólidos y que a mí me gusten. No tengo porque hacer un abuelo que pilote coches de fórmula 1.
L.G.- Pasa usted por ser una observadora un tanto cáustica de la vida diaria. Los artículos de sus Tinto de verano en El País así lo atestiguan. ¿Ha recibido muchas amenazas por ellos?.
E.L.- Amenazas, no. He recibido muchas felicitaciones y también el escándalo de gente que no los ha entendido. A mí me choca que la gente piense que hay algo"moralmente" reprochable en ellos, porque son, ante todo, artículos irónicos, pero creo que resulta extravagante que sea la mujer la que haga humor sobre la vida diaria, sobre el marido y los hijos. De verdad que pienso que ese ha sido el punto que más ha molestado a determinada gente que, por otra parte, no tiene mucho sentido del humor. En España sabemos abundan los chistosos de barra de bar pero hay poco humor escrito y el lector no está muy acostumbrado a eso. Pero debo decir que quitando ese tipo de lector, en el fondo muy puritano, tengo muchos seguidores. No me puedo quejar. Y a mí me gusta ser extravagante, lo soy en mi forma de ser, en mi vida diaria, y eso es lo que se trasluce en los artículos.
L.G.- ¿Qué le dice "su santo" cuando la lee?. ¿Le reprocha ese sarcasmo que utiliza en los artículos?. Esa frivolización de la intelectualidad.
E.L.- No, a mi marido le encanta los artículos, él es el primero que los lee, por supuesto, y le hacen muy feliz, se ríe. Tengo mucha suerte porque para mí su juicio es importantísimo, y el que a él le gusten me da mucha seguridad. Tiene mucho sentido del humor, y le encanta que yo sea descarada.
L.G.- ¿Se ha acostumbrado a ser la mujer de Muñoz Molina, o comienza él a ser él el marido de Elvira Lindo?.
E.L.- En nuestra vida normal de todos los días no pensamos muchos en quiénes somos públicamente, de verdad, no es algo que esté en nuestras conversaciones. No hay competencia entre nosotros. Nuestros apellidos desaparecen. Y con respecto a ser Señora-de, bueno, estoy casada, claro, y con un escritor muy conocido, pero siempre quise tener mi sitio en el mundo porque he trabajado desde los dieciocho años, ¿cómo voy a conformarme con ser la sombra de alguien? Me gusta trabajar, estar en el mundo, que se me tenga en cuenta, y no me refiero a un nivel público sino a todos los niveles. No soy el prototipo de señora de artista.
L.G.- ¿Cómo es la vida diaria con Antonio?. Quiero decir... en lo literario, por supuesto.
E.L.- Compartimos muchas cosas de nuestro trabajo: opiniones, correcciones, dudas...Nos contamos los proyectos. Tenemos bastante camaradería en lo profesional porque hay mucha confianza en la opinión del otro.
L.G.- ¿Y en lo personal?. ¿Surgen las inevitables rencillas, los celos... profesionales?.
E.L.- Ya le digo: no hay competencia. Pero cuando las personas se entienden y se llevan bien, ya lo saben los periodistas, no hay noticia. De acuerdo, somos una pareja que no se dedica a algo convencional y que tienen cierta proyección pública; desde fuera, eso puede resultar chocante pero nosotros no pensamos nada en ello, nos dedicamos a intentar disfrutar de la vida. Eso sí que puedo confesarlo: intentamos disfrutar de la vida al máximo.
L.G.- ¿Se corrigen mutuamente los textos?.
E.L.- Por supuesto.
L.G.- ¿Por qué se han ido a vivir a Nueva York?.
E.L.- Porque nos gusta pasar un tiempo fuera todos los años, lo que ocurre es que este año se ha enterado todo el mundo por lo que ha sucedido pero es algo que solemos hacer. Nos gusta salir de vez en cuando de este mundo a veces fácil y a veces asfixiante de las figuras públicas para convertirnos en anónimos. Es algo que enseña mucho, y mirar a tu país desde fuera también enseña.
L.G.- Una pregunta fuera del guión. ¿Cómo vivieron el atentado de las Torres Gemelas?. Porque si había unos enviados de excepción en la gran manzana eran ustedes.
E.L.- Lo vivimos con angustia, como todo el mundo allí. Se vivió con angustia en todo el mundo, pero claro, allí la angustia se multiplicaba porque no se sabía si la cosa iba a continuar. Y siendo una ciudad a la que tenemos especial cariño y en la que hemos estado tantas veces lo vivimos con pena, con tristeza porque es un palo muy grande para una ciudad el perder cinco mil almas. Hemos disfrutado mucho de nuestra estancia allí pero no cabe duda que todo se ha visto empañado por estos momentos tan difíciles que está viviendo el mundo.
L.G.- ¿Qué está preparando en estos momentos Elvira Lindo?. ¿Para cuando una nueva entrega de las correrías de Manolito Gafotas?.
E.L.- Estoy escribiendo una novela, así que ahora no pienso en Manolito. No puedo tener la cabeza en tantos sitios a la vez, procuro concentrarme sólo en mi novela. Poner toda mi energía en que me salga como yo he soñado.
sábado, 10 de enero de 2009
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