lunes, 26 de enero de 2009

OBAMA - BRUCE -THE BOSS






Obama: sus primeros pasos
El detenido número 372 de Guantánamo ha regresado al combate, noticia que se tuvo apenas 24 horas después que Barack Obama firmara una directiva presidencial que dispuso el cierre de la prisión en la isla de Cuba en el pazo de un año. Said Ali al-Shihri, un ciudadano saudita que estuvo recluido allí hasta 2007 con el numero de marras asignado por sus carceleros, ha sido designado como segundo al mando de Al Qaeda en Yemen, según un anuncio atribuido a la organización.

Al-Shihri sería así uno de los 60 antiguos "huéspedes" de Guantánamo que, según el Departamento de Defensa, aprovecharon la recuperación de la libertad para regresar a la actividad terrorista. Puede ser, pero la coincidencia de los anuncios sobre el cierre de la prisión y el destino de al-Shihri sugiere también que la "guerra contra el terror" que dejo tras de sí George W. Bush se parece y mucho a la sala de espejos de un parque de diversiones donde nada está donde parece y la realidad es permanente deformada.

¿Qué mejor argumento contra la decisión de Obama que mostrar a "graduados" de Guantánamo como contumaces terroristas a los que nunca hay que dar el diploma de la liberación? En oportunidades anteriores Defensa ha mencionado que "decenas" de detenidos habían regresado a la lucha, pero nunca antes sus responsables se habían molestado en probar su aserto con evidencia.

Al-Shihri puede ser quien ahora se nos dice que es, pero el episodio también puede ser un botón de muestra de la clase de disparo de francotirador político que Obama puede esperar de un aparato que no se llama a silencio solo porque se haya producido un relevo en la Casa Blanca. Bush y Dick Cheney pueden no estar ya en Washington pero las estructuras que ellos usaban y protegían aun operan.

Alguien que deberá entender esta realidad rápidamente es la nueva secretaria de Estado, Hilary Rodham Clinton, que apenas anunció la designación de dos de los principales negociadores diplomáticos -George J. Mitchell para Oriente Medio y Richard Holbrooke para Afganistán y Paquistán- fue diagnosticada como un poder que se desvanece aun antes de comenzar a actuar.

Es verdad que Mitchell -quien ayudó a negociar la paz entre Inglaterra y el Ejército Republicano Irlandés- y Holbrooke -que participó de los acuerdos de Dayton que en 1995 permitieron poner fin a la guerra en Bosnia- no son simples burócratas a los que será sencillo conducir. Ambos son considerados como permanentes a la cartera que ahora ocupa Clinton y en especial Holbrooke, ex embajador ante la ONU, tendrá mayor dependencia directa del Consejo de Seguridad Nacional, un organismo que tradicionalmente compite con el Departamento de Estado por la política exterior. Pero de allí a ver el inicio del ocaso de Clinton parece una provocación más que un diagnóstico confiable. Y aun hay que esperar más de lo mismo ahora que, en la misma ceremonia de presentar a su canciller, tuvo palabras de compasión para con los palestinos de la Franja de Gaza que padecieron 21 días de ofensiva militar de Israel. Esto no implica, por cierto, un cambio de política ni tanto menos, pero sugiere que un enfoque más equilibrado del problema en Medio Oriente es posible.

En esto hay una batalla importante que deberá dar Clinton. En los pasados ocho años, el signo militarista que tuvo la acción internacional de EE.UU., hizo que Defensa -sobre todo mientras Donald Rumsfeld fue su secretario- impusiera su hegemonía sobre la estructura diplomática tradicional. Algunas analistas sugieren que lo que Clinton recibió es un Departamento de Estado desmoralizado por esta situación. Revertir esta situación no será sencillo y no por cuestiones meramente ideológicas. Toda burocracia se resiste a perder atributos y privilegios y la de Defensa no será una excepción a esta norma.

¿Qué habrá que esperar, ahora que Obama está a punto de desarticular una vez más una de las políticas con las que el gobierno estadounidense se oponía a la legalidad del aborto? Instalada primero por Ronald Reagan, fue suspendida por Bill Clinton. Bush la reinstaló y ahora se aguarda que Obama la liquide a través de una directiva presidencial. Cabe recordar que Hilary Clinton se ha comprometido a abogar en Naciones Unidas por el reconocimiento universal del "derecho de la mujer" al aborto. Esta no será una polémica que vaya a ser dada en voz baja o en la cual aquellos disparos de francotirador ya citados queden descartados.

¿Qué fuerzas se alinearán si el gobierno de Obama decide finalmente operar una nacionalización temporaria de la banca para rescatarla sin que el esfuerzo pueda ser considerado como un precedente de impunidad para los responsables principales de la crisis financiera? Esto recién empieza, lo que es suficiente para saber que cada transformación que ensaye Obama estará sometida al principio de la física que establece que por cada fuerza existe en la naturaleza una contra fuerza de la misma intensidad. Dificultades no faltarán a Obama y lo suyo, pero su experiencia no tendrá un segundo de aburrimiento.

Springsteen, bardo del 'yes, we can'
El músico de Nueva Jersey y la E Street Band lanzan hoy en todo el mundo su nuevo disco, 'Working on a dream' - El amigo de Obama canta al EE UU del cambio
FERNANDO NAVARRO - Madrid - 27/01/2009


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Hace cuatro años, Bruce Springsteen vio su sueño convertido en pesadilla. Tras más de un cuarto de siglo de trabajo, tomó la decisión más arriesgada de su cuidada carrera al involucrarse en política y pedir públicamente, y con una gira por todo Estados Unidos, que no se votara a George W. Bush. El rockero de raíces, símbolo de los valores americanos, jugó sus cartas. Y perdió. Pero lejos de arredrarse con la cruda realidad de "los cuatro años más de Bush", Springsteen volvió con más fuerza y trabajó por tornar la pesadilla de nuevo en sueño.


Bruce Springsteen y Barack Obama- AP
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Nacimiento: 04-08-1961 Lugar: Honolulu Springsteen, Bruce

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Género: Pop - rock internacional Último disco: Live in n.y. city
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Y la semana pasada vio cumplido ese sueño. Es una imagen que ha dado ya la vuelta al mundo: subido a la escalinata del Lincoln Memorial, enfundado con tan sólo una guitarra y acompañado por un coro gospel, el músico de Nueva Jersey celebró en Washington la llegada de Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos.

Quizá no por casualidad, The Boss da ahora la bienvenida a Obama con un disco, Working on a dream (Sony-BMG), que sale hoy a la venta en todo el mundo. La conciencia de la música americana recupera la felicidad perdida. Y, aparentemente, la capacidad para el trabajo. Sólo han pasado 15 meses de Magic, su último trabajo. Éste es un repaso a las viejas y nuevas preocupaciones que se citan en Working on a dream.


'OUTLAW PETE' Desencanto con la gestión de Bush
Con la urgencia propia de quien necesita ser escuchado en medio del desierto, el corte Outlaw Pete abre el álbum con una pregunta incesante, mientras se funde en un colchón orquestal de cuerdas: "¿Puedes oírme? ¿Puedes oírme?". Es una fábula sobre un personaje, un fuera de la ley al más puro estilo western, que no puede escapar de su pasado. El músico ha llegado a reconocer que los abusos de la administración Bush chocaban con el espíritu americano. Años que ha calificado de "descorazonadores y de enfurecimiento". El desgarro cabalga con el músico en una composición de ocho minutos con ecos de armónica y una base rítmica potente en sintonía directa con I was made for lovin' you, de los Kiss. Tanto, que se le ha acusado de plagio por ello.

'WORKING ON A DREAM' Una esperanza llamada Obama
El tema que da título al disco y su primer sencillo podría haber sido la banda sonora de la campaña de Obama, que tiró del cancionero del de Nueva Jersey para sus mítines. Usó indistintamente tanto The rising como No surrender. Working on a dream, como el resto el álbum, son descartes de Magic. No hay por tanto ninguna referencia directa al nuevo presidente de EE UU. Pero sí hay claras alusiones a la necesidad del cambio. "Trabajo por un sueño, sé que será mío algún día", canta Springsteen.

'WHAT LOVE CAN DO' Vuelta de los valores
Springsteen vuelve a encarnar el mito de los valores que definen a su país. Como es característico en su lírica, se adentra en las historias de personas dispuestas a perseguir una ilusión y que con suficiente empeño y un poco de suerte pueden hacer realidad lo que se proponen. What love can do es un tema que se implica más en esa línea camuflándose en un tono romántico. Pero por encima del resto, la que más enlaza con esa imagen de songwriter maduro, el emocionante bonus, The wrestler, canción ganadora de un Globo de Oro y candidata al Oscar. Sobria e intensa, responde a un estilo que no es la nota característica del disco pero sí de la carrera compositiva del cantante.

'MY LUCKY DAY' Un activismo político
Bruce estrenó el tema Working on a dream el 2 de noviembre en Cleveland, Ohio. Springsteen lo cantó como un regalo a Obama. Horas antes, el músico y toda su familia compartieron escenario con el candidato demócrata y su mujer y sus hijas. Springsteen dijo: "He gastado la mayoría de mi vida como músico midiendo la distancia entre el sueño americano y la realidad americana. Para muchos, esa distancia nunca ha sido tan grande. Creo en el senador Obama... y creo en él como presidente para llevar ese sueño de regreso a la vida". En My lucky day, reconoce que "un buen día todo puede cambiar".
'SURPRISE, SURPRISE' Nostalgia pop
Las resonancias del paso del tiempo son constantes. Springsteen, cerca de los 60, ve su vida como en un espejo pero lejos de sucumbir encuentra felicidad y placer en la vida. Es un nuevo tiempo y lo celebra con pop en mayúsculas. Es la consolidación de un camino que ya apuntó con la flamante composición Girls in the summer clothes, de su anterior álbum. Tiene la ayuda del productor Brendan O'Brien, que lejos de ser un don nadie se ha ganado el pan con Pearl Jam, The Black Crowes o Stone Temple Pilots. Ese soplo nostálgico y festivo es el grueso del disco con temas como Surprise, surprise, This life o queen of supermarket. Ecos de Beach Boys, Roy Orbison o The Byrds.
'THE LAST CARNIVAL' Los viejos tiempos
El rock de guitarras o el folk de carretera desaparecen por un brote pop luminoso. Es como si Springsteen sintiera que le faltase el tiempo. Por eso dedica una pieza a su pasado más glorioso, el de su banda de toda la vida, The E Street Band, que aquí pierde presencia por la producción instrumental. The last carnival es la oda a Danny Federici, fallecido miembro fundador de la banda y teclista que propició el sonido más efusivo de los chicos de la calle E.

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