domingo, 4 de enero de 2009

Un acto de justicia. MARADONA, BARRILETE CÓSMICO. ¿DE QUÉ PLANETA VINISTE?

Historia de un "barrilete cósmico"



Maradona festeja con sus compañeros en Buenos Aires la copa obtenida en México.

El día 22 de junio de 1986, el estadio Azteca de México fue el escenario de un partido que pasaría a los anales de la historia de las Copas del Mundo de fútbol.
El encuentro ya despertaba inquietudes, dolores, rivalidades confusas mucho antes de que el árbitro Ali Bennaceur pitara el silbato inicial.

Las selecciones de Argentina e Inglaterra se encontraban en los cuartos de final del torneo, cuatro años y ocho días después de que ambos países hubieran terminado una guerra.



Maradona festejando el gol que le metió a la selección inglesa en el Mundial de 1986.

Víctor Hugo Morales era un protagonista de lujo de ese encuentro.

Desde su cabina de transmisión, para una radio argentina, el relator uruguayo describió con tal emoción la jugada del segundo tanto de Diego Maradona, que para muchos argentinos ese relato está íntimamente ligado a ese gol, a ese partido, a ese día y a ese mundial de México 86.

¡Goooooooooool! ¡Quiero llorar! ¡Dios santo! ¡Viva el fútbol! ¡Golazo! ¡Diego! ¡Maradona! Es para llorar, perdónenme... ¡Maradona! En una corrida memorable, en una jugada de todos los tiempos. Barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste? Gritó Víctor Hugo con toda la voz que le quedaba.

El relator le contó a la BBC cómo se vivió ese partido, qué paso en la mano del primer gol y que sintió describiendo el segundo.

-¿Qué recuerda de aquella tarde de hace 25 años?

-Lo único que recuerdo es que Argentina estaba jugando un gran partido. Tengo un concepto más que una imagen. Y me acuerdo de las jugadas de los goles.

No sé si las recuerdo de aquella tarde o de tanto verlas por televisión o escuchar mis grabaciones de radio.

-Cuando usted está relatando la jugada del segundo gol ¿es consciente de lo espectacular que resulta ese tanto o necesitó luego ver la repetición en la televisión para apreciarlo?


-Yo alcancé a decir en el relato, entre las locuras que se generaron en ese momento, que era el gol más lindo de todos los tiempos. Dije: "la jugada de todos los tiempos". Me parece que inmediatamente yo percibí que estábamos en presencia de una verdadera obra de arte.


Que por haberse consumado en el ámbito de un campeonato del mundo y en un partido tan especial como Argentina-Inglaterra se convertía en la mejor jugada que yo haya visto, y que creo se haya visto en la historia del fútbol.

Porque si puede uno imaginar que hubo jugadas más bellas todavía, no ocurrieron en instancias tan importantes como un mundial o como un partido jugado en aquellas circunstancias emocionales que sin ningún tipo de dudas eran muy especiales.

-Entre las metáforas que usted utilizó para describir a Maradona tras esa jugada está la de "barrilete (cometa) cósmico". ¿Es algo que había pensado antes o se le iba ocurriendo a medida que contaba lo que había visto?

-Yo había insistido aisladamente con el término "barrilete"
porque los movimientos de Maradona, sobre todo en aquel instante que estaba en la cresta de la ola de su juego, eran tan indefinibles, tan difíciles de leer para sus adversarios como el movimiento de un barrilete.

En ese partido además había imaginado a toda la Tierra pendiente de esa jugada, la dimensión de la obra de arte de Maradona me llevó evidentemente a pensar que toda la humanidad era un par de ojos que representaban colectivamente el gusto por el fútbol.

La mano de Dios

-En el primer gol, ¿usted se da cuenta que Maradona utiliza su mano?


-Ustedes pueden recurrir a las grabaciones porque se corre el riesgo de que yo invente lo que voy a decir. Yo en el momento en que relaté la jugada dije que era gol con la mano, insistí con el dato y consulté con mis compañeros en Buenos Aires.



El gol de la "Mano de Dios".


La curiosidad excepcional que se presenta es que cuando yo chequeo el dato de mi relato, el compañero que me cuidaba las espaldas en el estudio me dice que el gol fue de cabeza, legítimo, absolutamente válido.

Recuerdo que me corrió un frío por todo el cuerpo y que me sentí muy desamparado, desencantado de mí mismo porque parecía que había visto algo que no se correspondía para nada con la realidad.

Después, viendo los monitores y discutiendo con los periodistas en el estadio que habían visto las repeticiones por la televisión, hubo la certeza de que el gol había sido con la mano.

Esto tiene que ver con que si bien la mano es muy clara, por suerte mi posición era buena para verla, cuanto más se ve la jugada más difícil va resultando apreciar que efectivamente fue con la mano, con lo cual, en la primera reiteración, mi compañero en Buenos Aires creía que había sido un gol legítimo.

Testigo y relator

-Una vez que terminó el partido, ¿cómo sintió el haber sido protagonista -desde su cabina- de esa tarde en el estadio Azteca?

-Yo recuerdo que después del gol estuve largos minutos sin relatar. Me había quedado muy angustiado, muy nervioso, no sabía bien ni lo que había dicho ni lo que había hecho, y tuve la sensación de que me había desvestido en el medio de la calle. Que había hecho un striptease que desde el punto de vista profesional me provocaba una cierta vergüenza.








Como anécdota yo debo confesar que me pasé años sin poder escuchar el gol porque le temía al encuentro con una actitud tan visceral, tan parecida a lo que en el ámbito de la criminología se conoce como "emoción violenta", es decir cuando uno se queda casi con la mente en blanco.

Y cuando terminó el partido también tenía una síntesis de felicidad y angustia muy grande. Lo recuerdo eso por los llamados a mi casa y a mis amigos para que ellos me dijeran que es lo que había pasado y lo que había hecho, y nada era suficiente como para calmarme y hacerme sentir seguro de que no había cometido un verdadero disparate profesional.

Un instante perfecto

-Señor Víctor Hugo, ¿qué reflexión le merece la despedida "oficial" de Maradona del 10 de noviembre?

-Yo creo que si hubiera una manera de medir la alegría, el júbilo popular que esto implica en el corazón de cada ciudadano y también colectivamente, no hay en la historia de la vida de los argentinos un instante más perfecto y más sublime que el gol de Maradona.

Como no es además la única ocasión que Maradona generó esa felicidad. Sumando los momentos en que Maradona generó orgullo, alegría a toda la población argentina, creo que se contrae con ese tipo de personas una deuda que excede ampliamente su vida tan compleja, tan complicada, plagada de errores y de confusiones, que muchas veces son las que tapan a muchos la visión de gratitud que debemos tener para aquellos que nos han promovido tanta felicidad.

Me parece que el 10 de noviembre el pueblo argentino tiene una ocasión formidable de decirle fuertemente gracias a un hombre que por lo controvertido que es, por lo polémico que resulta, muchas veces ha hecho oscilar a la gente del amor al desencanto.

El 10 de noviembre tenemos una oportunidad para que las cosas se den en un solo sentido y me parece que será un acto de justicia

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